Zurya Escamilla Díaz (agosto, 2020) A pesar de que cada vez son más mujeres quienes egresan de las carreras en derecho, el ejercicio de la abogacía aún involucra a un mayor número de hombres; así lo muestran las estadísticas del Observatorio Laboral.
Éstas indican que, de las 798 mil 407 personas dedicadas a esta profesión, 59.9 por ciento son hombres y 40.1 por ciento, mujeres.
Al acercarse a espacios de toma decisiones, la brecha se hace aún más evidente en la integración de barras y colegios de abogados, cargos públicos o privados; así lo refiere Geovanny Pérez López, quien desde muy joven estuvo segura de que el derecho sería el camino que elegiría para su vida profesional.
En este trayecto, ha descubierto que la
tardía participación de las mujeres en esta profesión ha impactado a todo el
sistema jurídico en desventaja para ellas y aunque ya se han logrado avances
para disminuir las brechas de desigualdad, discriminación y violencia para que
puedan hacer uso pleno de sus derechos, el camino por recorrer aún es largo.
“Litigo desde que era
estudiante en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UATx, de donde
soy egresada. Uno de los primeros asuntos fue un amparo cuando iba en sexto
semestre y a partir de ahí empecé a hacer prácticas, voluntariado,
colaboraciones en procuraduría, en el juzgado del distrito judicial de Hidalgo.
Entonces, empecé a litigar así desde estudiante, pero ya de manera
independiente, con cédula a partir de 2007 cuando egreso de la facultad”,
comenta.
¿Por qué elegiste estudiar
derecho?
Desde la preparatoria me
interesaban mucho los temas relacionados al derecho y empecé a darme cuenta de
que tenía habilidades. Yo no miraba lo complicado que podría ser, más bien
pensaba en poder construir un mundo mejor, ayudar a la gente, resolver dudas
sobre asuntos complicado porque, además, veía cuestiones del ámbito familiar
cercano y veía que era muy necesario contar con un abogado o abogada para
resolverlos. Por eso me empezó a interesar. Postulé y me quedé.
¿En qué momento empezaste a
combinarlo con el activismo?
Fue algo casual. Yo me
dedicaba litigio y en algún momento trabajaba en el servicio público, pero de
pronto encontré convocatorias. de dos organizaciones que solicitaban abogadas o
abogados.
Postulé como a cualquier otro trabajo, no
sabía realmente a qué se dedicaban las organizaciones civiles, no había
escuchado cuál era su trabajo, pero me dediqué a investigar qué hacen y me
llamó la atención. Me quedé en una de esas organizaciones civiles en el año
2012. Y así empiezo a involucrarme en el trabajo de las asociaciones civiles,
veo me gusta y que también tengo aspiraciones personales, no materiales, porque
realmente dentro de ellas el trabajo lo haces por vocación y porque de verdad
contribuyes a que haya una mejora en el entorno cercano y en el colectivo. Me
empecé a dar cuenta de que había otras formas de ejercer el derecho y me gustó.
¿En qué momento lo
empezaste a asumir desde la perspectiva de género y desde el feminismo?
Me parece que el trabajo que hacían las compañeras y los compañeros dentro del colectivo impulsó a que empezara a mirar que era necesario y urgente tener otra visión y empecé a capacitarme y a involucrarme en la dinámica de la organización, a darme cuenta del impacto e importancia del trabajo por el cambio que genera en la sociedad.
Empecé a reflexionar sobre
qué estaba haciendo desde mi formación en abogacía y eso me llevó a preguntarme
cómo había sido construida y formada para ejercer esta actividad, empecé a comparar
procesos de mi entorno, a cuestionarme también a mí misma.
Pude cambiar mi mirada a
través del acompañamiento de muchas mujeres que me compartieron sus saberes y
que me dieron un punto de vista feminista. También me di cuenta de que ése era
el camino que iba a elegir.
Entonces podríamos decir
que a partir del 2013 empiezo a mirar desde otra visión, a cuestionarme y a
elegir el camino del feminismo. Esto involucra también la perspectiva de
género, los derechos humanos y mirar las realidades.
Al atender casos de
violencia, ¿qué te parece lo más complicado?
Hay muchas porque se
existen obstáculos estructurales desde las propias instituciones, por las
personas que atienden, incluso desde la misma ley, por contenidos que son
discriminatorios. También tiene mucho que ver la cultura de la sociedad sobre
cómo debe ser el acceso a la justicia y cómo deben ser las y los abogados
porque una de las cosas que de pronto te das cuenta es que el serlo también te
da cierto poder por el conocimiento que tienes, por el estatus que se etiqueta
a nuestra profesión respecto a otras.
Eso también te hace no
mirar a profundidad lo que realmente sucede en los diferentes contextos, por
eso si tú no tienes una mirada desde la perspectiva de género o de los derechos
humanos, terminas por contribuir a las mismas prácticas discriminatorias que
obstaculizan el acceso a la justicia.
Entonces, tener esa mirada
te permite brincar esos obstáculos para que realmente busques un acceso a la
justicia y puedas ejercer una abogacía desde el punto de vista ético porque
también hay muchos factores que influyen como la corrupción o las influencias.
Incluso, una de las cuestiones que a mí me ha tocado pasar a veces, es que a
los mismos abogados y abogadas les ponen etiquetas dependiendo de la materia
que trabajan o en la que se especializan.
Por ejemplo, se piensa que
los abogados o las abogadas en materia familiar no son tan rudos en comparación
con quienes están en materia penal y eso tiene un impacto muy fuerte en cuanto
al litigio porque no te miran de la misma manera si trabajas en una materia o
en otra.
Hemos comentado sobre lo
peligroso que puede ser hacer activismo. Tus seres queridos ¿cómo toman tu
trabajo?
Pues trato de no involucrar
tanto a mi familia justo por ese riesgo que implica. Sin embargo, me parece que
ellos lo toman de una forma positiva porque miran que hay abogados y abogadas
diferentes que contribuyen realmente a cambios y que buscan romper paradigmas,
muchos machistas dentro de la profesión. Sobre todo, que dan aliento o
esperanza a quienes están en busca de justicia.
¿Hay algún momento en el
que hayas pensado parar?
Sí, en algún momento decidí
retirarme un poco por cuestiones de riesgo, tanto en la salud como en lo físico
porque sí tuve algunos eventos que constituyeron un riesgo a mi integridad.
También por el hecho de tener amenazas por parte de quienes son violentadores
(cuando defiendes asuntos de violencia familiar) o por personas de la parte
contraria.
Muchas veces, cuando ganas
un asunto, la contraparte no queda satisfecha, lo toman personal y ya no sólo
es el asunto que nos confronta, sino que te miren mal ellos u otras personas
que ni siquiera conoces, pero que tienen que ver con ellos. Eso puede ser
motivo de que te miren mal, te amenacen o incluso pueden hacerte propuestas
para dejar cierto asunto o no hacer ciertas cosas.
Precisamente, ¿cómo haces
para lidiar con los abogados o abogadas que no se conducen con ética?
Después de tantos años en
el ejercicio te vas dando cuenta e identificas quiénes son las personas que
ejercen de manera no ética la profesión y quiénes también se aprovechan de la
abogacía para tener un beneficio personal, incluso político o económico, y eso
es muy complejo porque en la búsqueda de conducirte con ética puedes ser
víctima de difamación, justo porque no tratas de tener alguna ventaja personal,
sino beneficiar a la persona que busca tu servicio y acceso a la justicia, lo
que no le parece a la contraparte porque no caes en la corrupción.
Por eso, pretenden echarte
tierra y al trabajo que haces, pero el respaldo de los años que tienes en el
servicio, los asuntos y las respuestas a las necesidades de las personas es lo
que ayuda a que sigas en el camino.
También es muy difícil
porque he escuchado comentarios cuando litigaba en materia penal y abogados
decían que las abogadas no deberían estar en esos asuntos tan peligrosos porque
son para hombres y que les quitan el trabajo a otras o a otros. Son varias
cosas, no sólo la corrupción, sino el cómo se relaciona y se convive dentro de
la misma de profesión con otros.
A mí me parece un tema
interesante porque pareciera veces que entre abogados y abogadas resalta mucho
la rivalidad, el ego, el quién sabe más, quién tiene más influencias, aunque
debería ser al revés, porque justo uno de los objetivos de la abogacía es el
servir a la ciudadanía, apoyar en las necesidades y acercar o facilitar el
camino para la justicia. Sin embargo, es muy complejo que pueda haber realmente
amistad o redes de apoyo entre abogadas y abogados justo por eso.
Estamos impulsando una red
de abogadas en el estado, así como hay en otros estados, a nivel nacional e
internacional; porque es muy complejo el poder hacer redes entre abogados y
abogadas Y pareciera que es más factible sólo entre ellas o sólo entre ellos.
Justamente, ¿encuentras desigualdades en
tu ejercicio? ¿De qué tipo?
Yo creo que hay
desigualdades en el sentido de los espacios que ocupan mujeres que son abogadas
en el ámbito público y también en el ámbito privado. Son reducidos, normalmente
los hombres están al frente de firmas e incluso de instituciones que se dedican
a la enseñanza del derecho.
¿Cuál dirías tú que es el
rol de la mujer en la abogacía?
Creo que el rol de las
mujeres es importante en cualquier espacio, al igual que el de los compañeros
hombres; sin embargo, históricamente a las mujeres les ha costado más incluso
el reconocimiento de sus propios derechos.
Entonces, al incursionar a
través de la educación y luego al ejercicio de la abogacía como profesión que
antes era exclusiva de hombres, las mujeres entramos tarde a la formación para
ser abogadas. Eso implica un impacto en la creación de leyes, de quiénes forman
parte de la estructura del Estado.
Nos damos cuenta de que la
base de todo el aspecto legal proviene de las miradas de los hombres. Por
ejemplo, la Constitución se construyó a partir de los conocimientos y de las
necesidades de los hombres, porque eran los abogados quienes las impulsaban,
formaban los congresos, aprobaban leyes y juzgaban a las personas.
Por eso hemos tenido que
trabajar a partir desde lo masculino que no visibiliza a las mujeres en la ley.
Siempre se aborda “ciudadanos”, los derechos de los “ciudadanos” y no habla de
“ciudadanas”. Me parece que este llegar tarde no impacta solamente a la
estructura del Estado, es una desventaja para las mujeres al momento de ser
juzgadas.
Podemos darnos cuenta de
cómo las cárceles son diferentes en cuanto a la estructura y a lo que hay dentro.
Los hombres tienen cárceles más amplias, esto tiene que ver con la población y
porque es menor la cantidad de mujeres que delinquen. Pero con ellos hay
talleres más grandes para la capacitación y el empleo, así nos damos cuenta de
que estas cárceles se construyen a partir de las necesidades de los hombres.
Mientras que las mujeres
están aisladas en un espacio pequeño, aquí en Tlaxcala no hay talleres tan
grandes, los que hay son para bisutería o costura. Desde una visión feminista,
desde la perspectiva de género y los derechos humanos, esto da cuenta de cómo
impacta a las mujeres la forma en que son juzgadas y del acceso a sus derechos
incluso en reclusión.
También a quienes buscan el
acceso a la justicia, pues se encuentran con leyes discriminatorias que tienen
una base en lo masculino que implica que las señalen o culpen al momento de
solicitar un trámite de custodia, pensión alimenticia o divorcio porque todavía
se tiene esta cultura machista.
Antes de la reforma en
materia de divorcio, las mujeres tenían que demostrar por qué querían
separarse. Con la modificación de la ley y gracias a los movimientos también de
muchas defensoras y defensores de derechos humanos es que se está tratando de
modificar esa visión; por lo que podemos hablar de un avance, ya que las
mujeres ya no necesitan decir por qué no quieren estar con una persona.
Ahora, estamos brindando
asesoría gratuita porque una de las cuestiones de la abogacía en estos tiempos
de pandemia debería ser el brindar servicios gratuitos, lo que muchos están
haciendo en otros estados para que la gente sepa qué hacer. Porque en esta
coyuntura económica, no tienen para pagar una asesoría con un abogado o una
abogada y muchos no están abiertos a estas actividades.
Es cierto que se vuelve más
complejo llevar un litigio, aunado a que los procesos y trámites no están
digitalizados. En este sentido, también tenemos un pendiente a nivel Estatal.
Me gusta dar talleres,
estar involucrada en procesos de capacitación y de formación con servidores y
servidoras públicos, brindar atención a las personas que lo solicitan.
Me gusta compartir los
conocimientos adquiridos por diferentes procesos y espacios donde me he
desarrollado como abogada. Con todo esto, es necesario que podamos
actualizarnos, porque la cuestión de la tecnología también va a impactar mucho
nuestro ejercicio: cómo se van a llevar
futuras audiencias virtuales, cómo se notificará a las partes, cómo vas a
contactar a la gente, cómo te van a contactar a ti.
También me gusta mucho
colaborar con otras organizaciones. Cuando me empezó a gustar esta parte del
derecho desde lo social, desde la visión feminista, empecé a tener más
compañeras que hacen litigio desde esta visión y que desde las organizaciones
están brindando acompañamiento a quieres está en condiciones de vulnerabilidad.
Finalmente, para ti, ¿qué
es lo más importante al momento de ejercer tu labor?
Creo que es la honestidad, el escuchar, el entender la
situación y la condición en la que se encuentran. Cuando se trata de mujeres,
hay que mirar las desventajas históricas y los roles que juegan en esta
sociedad, porque todavía tenemos una sociedad muy machista. Se trata de mirar
el camino de acceso a la justicia en condiciones de igualdad.
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