Pocas personas han logrado expresar, con tanta precisión y
claridad, el ciego dolor y la ansiedad frustrada que la ambición sin límites
deja en quien la padece que José de Espronceda, el enorme poeta español del
siglo XIX. Los febriles versos que conforman “A Jarifa en una Orgía”, uno de
sus poemas más logrados, retratan con pavorosa exactitud el estado de turbación
mental y física que experimenta quien ha anhelado todo y el mundo le regresó
nada a cambio. En el momento cumbre del delirio, el pecador atisba a ver que la
única recompensa por su sed de gloria es el dolor y la ignominia:
“…
Muere, infeliz: la vida es un tormento,
un engaño el placer; no hay en la tierra
paz para ti, ni dicha, ni contento,
sino eterna ambición y eterna guerra.
Que así castiga Dios el alma osada,
que aspira loca, en su delirio insano,
de la verdad para el mortal velada
a descubrir el insondable arcano.»”
La historia de la humanidad parece estar marcada por la aparición
de ciertos personajes con cualidades sobresalientes, auténticos súper humanos,
que logran elevarse por encima del resto para tocar la perfección con sus dedos por un instante y luego caer, con estrepitosa
furia, al suelo.
Esta ascensión y caída de los ejemplares más destacados de la
humanidad parece inscribirse muy hondamente en nuestra memoria colectiva e
incluso formar parte inherente de nuestra especie.
Prometeo, el héroe por antonomasia, se alzó más allá de su
condición para entrar en el reino de los dioses y traernos “algo” de regreso, la
sagrada chispa que dio origen al fuego. Su osadía no pasó desapercibida y el
castigo de Zeus fue ejemplar. Los Dioses, recelosos de sus privilegios,
condenan con especial ahínco todo intento de los humanos por aspirar a las
alturas y obtener lo que ellos poseen. Los antiguos griegos llamaron Hybris
a esto, el exceso, la transgresión de los límites humanos y el postrer castigo
divino a sus acciones.
El último capítulo en esta larga serie de héroes vencidos sucedió,
como no podía ser de otra forma, este 2020. El 14 de agosto, en el estadio Da
Luz, el club de futbol Barcelona se enfrentó al Bayern de Múnich durante los
cuartos de final de la Liga de Campeones de Europa. El equipo alemán,
contundente y preciso (como toda máquina proveniente de ese país) venía de
golear, 7 a 1 en el marcador global, al Chelsea después del parón provocado por
la pandemia de COVID-19. Por su parte, el equipo catalán había superado al
Nápoles, 3 a 1, con una participación destacada de su jugador emblema: Lionel
Messi, para no pocas personas el mejor jugador de fútbol, ya no del mundo, sino
de toda la historia.
Argentino de nacimiento, desde la temprana edad mostró habilidades
muy superiores a la media cuando tenía un balón entre los pies. Los
cazatalentos del Barcelona F.C. se percataron del enorme potencial del pequeño
niño maravilla e hicieron lo necesario para que se uniera a sus fuerzas
básicas, yéndose pronto a vivir a “La Masia”, la famosa casa - academia de
formación deportiva del club para jóvenes promesas.
Desde ese día Messi, vivió, comió y respiró los colores
blaugranas. Debutó con el primer equipo el 16 de noviembre de 2003 y lo demás
está escrito con letras de oro dentro de los anales del futbol: 34 títulos
conquistados y 75 premios individuales otorgados. Únicamente dos cosas se le han negado a su
soberanía absoluta: la Copa del Mundo (con la selección argentina) y el quinto
campeonato de la Champions League.
Herederos del futbol total de Johan Cruyff, el Barcelona de Messi
dominó prácticamente la década que está por terminar. Pocos equipos, si los
hubo, llegaron a oponer resistencia ante el fuego abrazador y deslumbrante que
el conjunto barcelonés desplegó. Poseídos por el genio, los jugadores no
pisaban el césped del campo, sino que flotaban sobre él, ligeros en el juego e
implacables en la definición, obra la mayoría de las veces del astro argentino.
Sin embargo, todos tienen su cita con el destino, y este se
anuncia con la voz imperturbable de sus oráculos. Hablaron en Turín, Roma y
Liverpool: 3-0 contra la Juventus en el 2017; 3-0 contra la Roma en el 2018; y
el milagro de Anfield: 4 – 0 con el Liverpool F.C. el año pasado. Las
advertencias estaban ahí, no debían seguir tentando su suerte, pero el héroe
siempre tiene que hacer oídos sordos, es parte primordial de la trama.
Adelante, siempre adelante… “Que así castiga Dios el alma osada”
y entonces, el Bayern: 8 – 2. El silencio.
De ese partido se escribirán infinidad de cosas en los años por
venir. No es aquí el lugar para hablar de la tragedia, sino del castigo. H.P.
Lovecraft llegó a decir que lo verdaderamente pavoroso no era el castigo en sí,
el horror recaía más bien en su espera, en las infinitas posibilidades que cada
uno imaginaba del mismo. Tal vez no haya peor castigo que el que no llega a realizarse,
el que no se materializa nunca y sólo se desvanece lenta y monótonamente en la
lejanía, arrástranos al olvido.
Diez días duró la agonía silenciosa de Messi, finalizando el
partido no dijo ni una sola palabra durante esos días, aunque a su alrededor
todo ardía. Los rumores de una desavenencia con el club y con ello una
inminente salida del Barcelona corrían como la pólvora por todos los medios de
deportes del mundo. Cláusulas engañosas en contratos, quejas con sus compañeros
más cercanos, bufetes de abogados, reclamos a las directivas, demandas.
Insatisfacción. Parecía como un accidente de trenes en cámara lenta, pero sin
personas dentro. Lionel, el protagonista, encerrado en su torre, alejado del
mundo, sumido en pensamientos que únicamente el conoció.
Una entrevista, en playera deportiva y con sandalias, resolvió
todo. Messi aclaró: sí, tuvo la intención de irse. No lo hizo. Se cierra el
drama y de regreso a los entrenamientos.
Sin llantos, sin frases rimbombantes. No hay linchamiento púbico
del héroe, ni intervenciones sobrenaturales. Y así sigue el mundo, sin llantos
ni sorpresas, en movimiento, en cuarentena. A la espera de que en algún momento
se rompa ese ritmo, y con ello, tengamos la certeza de que los Dioses siguen
prestándonos atención, al menos, durante un instante l
Fuentes: García Álvarez, C. “Conceptos fundamentales de la cultura
griega – Hybris”, Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, Santiago, 2017/ Stats, consultado en: https://messi.com/
Messi es el mejor jugador del mundo, es mucho mejor que yo. Hay otros grandes jugadores en el mundo, como Ronaldo, pero Messi no es rival. Solo él puede alcanzar ese nivel. Su actuación al acelerar con balón es simplemente la regeneración de Maradona. Necesita más amor.
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