De dos escenarios y otras formas de llorar

Por: Karen Sharon Martínez Velázquez

(Primer día de diciembre en Tlaxcala)

Mientras algunas personas buscan ir a escuchar “el informe” del presidente de México, las mujeres que habitamos el contexto mexicano nos organizamos para poder visibilizar un poco las omisiones de un sistema subyugado al orden patriarcal.

Mientras algunos van con sus amigas y amigos a celebrar un año del cambio, más mujeres se suman a un grito desesperado que clama por ser escuchado, porque el número de violaciones, secuestros, feminicidios y OMISIONES por parte del Estado incrementan y nadie parece escuchar, salvo las mismas mujeres o nuestras comunidades LGBTTTIQ+, que somos los sectores que cada día somos atravesados por el temor al salir a la calle. 

Mientras unas personas gritan de emoción al ver pasar, hablar o suspirar a AMLO, nosotras hoy, gritamos de rabia. Coreamos juntas una canción antes aprendida pero que nos recuerda experiencias propias o de nuestras abuelas, amigas, tías, madres, hermanas o primas cuando verbalizamos “el violador eres tú”. 

Este día de protesta también ha sido distinto, más mujeres se han sumado a la concentración convocada y nos alegra porque creemos que hay más compañeras que se unen a la lucha, pero cuando nos detenemos a pensar un poco más, nos entristece que tengan que ser cada vez más mujeres y cada vez más jóvenes las que estén ahí gritando a este Estado sordo que no es capaz de garantizarnos la vida, ni la seguridad aun en casa. Mientras en el informe dicen que el pueblo está presente. Yo me pregunto ¿acaso las mujeres víctimas de feminicidio no eran pueblo? ¿pueblo trabajador? De esos que nos son fifís. ¿A caso esas mujeres no merecerían estar contempladas en cualquier discurso? ¿ellas no eran pueblo? O es acaso que solo ha de recordárseles a modo de cifra en las campañas políticas o en los distractores o para calmar las protestas ¿por qué son invisibilizadas? 

Gritamos porque los hombres no han sido capaces de cuestionarse si todos los cánones que les privilegian están bien. 

Lloramos por todas aquellas mujeres que nos hacen falta, mujeres víctimas de feminicidios que nunca volveremos a ver, aquellas que sus parejas, compañeros, vecinos, “amigos” mataron. 

Nos duelen las hermanas que nunca más van a ser las mismas porque se atravesaron con tipos a los que el podrido sistema y tú, el omiso, la indiferente, etc. le han permitido pensar que las mujeres -no importando edad- somos objetos sin derecho a protestar.

Tan tristes y temerosas de ser la siguiente cifra que todo eso se convierte en rabia, en indignación en gritos, en canciones, en pintas, en todo eso que se ha creado para que voltees y no solo veas HAGAS algo por ver que esto no es correcto. Que la cuarta transformación a las mujeres no nos ha llegado, que el campo, las y los jóvenes, los y las niñas, se han visto beneficiados en un porcentaje y en el ámbito económico, pero se les olvida que no todo es dinero y que para habitar México tienen una deuda pendiente con las mujeres. Que no existe ninguna política pública o social que ayude a las mujeres si no son capaces de garantizarnos algo tan básico como la vida. 

No, las mujeres no hemos tenido un cambio favorable con esta cuarta transformación y no, no necesitamos un cambio de partido o de gobierno… adaptando un poema de Verónica Maldonado:

“No necesito la cabeza de un gobernador,

porque no es suficiente...

Otros vendrán,

más astutos y viles a suplirlo.

Quiero, preciso...

al sistema completo

hecho añicos, vuelto nada...

Sí... necesito a las muertas,

a las desaparecidas,

a las que dejaron sin voz,

a las que tomaron como si fueran suyas,

a las que tiraron en cualquier lado,

a las que encerraron sin pretexto alguno...

Pero ellas también nos necesitan

somos su voz, su memoria.

Si nos callamos, mueren de nuevo,

si no salimos, las dejaremos

bajo tierra, encerradas...

No necesito la cabeza de un gobernador,

porque no es suficiente...

Otros vendrán,

más astutos y viles a suplirlo.

Quiero, preciso...

al sistema completo

hecho añicos, vuelto nada...

Sí, gritamos, rompemos, pintamos, bailamos y golpeamos llorando por esta INJUSTICIA.

Pero también “hay redes tejiendo Vida de otra manera, desde otro lugar…ven, ¡seamos más!