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A pocos días de que se efectúe la primera audiencia de Genaro García Luna ante la corte este de Nueva York, sale a la luz El Licenciado, obra resultado de una investigación realizada por el periodista J. Jesús Lemus, quien va más allá de lo que se conoce de este personaje que fungió como secretario de seguridad pública con Felipe Calderón Hinojosa.
Autor de libros como Los Malditos,
Mireles el Rebelde, Cara de Diablo, Michoacán de guerra, Tierra sin Dios, El
último infierno, México a cielo abierto y El agua o la vida, J. Jesús Lemus
indaga en los albores de la carrera de García Luna que muestran sus primeros
contactos con el gobierno federal y cómo se construye una carrera reconocida
como funcionario público que corre paralela con otra que le vincula con el
crimen organizado.
A lo largo de 12 capítulos, el
periodista michoacano presenta de forma amena una serie de datos e información
que permiten comprender no sólo el lado criminal de García Luna, sino el
funcionamiento de un entramado institucional durante lo que Calderón Hinojosa
llamó “guerra contra el narco” y las implicaciones para muchas personas que
como Jesús Lemus fueron víctima de acusaciones que les llevaron a prisión como
si se tratara de grandes criminales de la droga, mientras los verdaderos culpables
tomaban control de diversos estados y de la seguridad pública del país.
Sobre lo que se revela como una gran
simulación de combate a los cárteles de la droga, habla el autor de El Licenciado
para Expediente Político.Mx. En esta entrevista comparte a nuestros lectores
las dificultades de concretar este trabajo periodístico, sus principales
revelaciones y hace una importante invitación a todos los consumidores de
información.
“En este libro -con el sello editorial de
HarperCollins- me voy a la profundidad y logro investigar los orígenes de
Genaro García Luna antes de ser funcionario público y en qué se transforma
después de que llega a las áreas de inteligencia y de seguridad del gobierno
federal.
Así es que logro recabar una
biografía de 27 años trayectoria: 10 años que estuvo en el CISEN (Centro de Investigación
y Seguridad Nacional ahora Centro Nacional de Inteligencia) durante los
gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, de enero de 1989 a
septiembre de 1999; un año cuando estuvo en la Secretaría de Gobernación, en el
gobierno de Ernesto Zedillo, en el área de inteligencia; seis años cuando fue
con Vicente Fox director de la agencia Federal de Investigaciones; seis años en
el gobierno de Felipe Calderón cuando García Luna fue titular de la Secretaría
de Seguridad Pública.
Logro establecer sus nexos con el
crimen organizado, su labor de funcionario público y cómo fue amasando una gran
fortuna que es la que finalmente lo mantiene procesado en Estado Unidos con el
inicio de su proceso penal, a partir del próximo 7 de octubre; en el que, sin
duda alguna, va a tener que salir a flote toda esa historia de criminalidad que
hizo García Luna a lo largo de estos 17 años de trabajo como servidor público.
Entonces, lo que el lector va a
encontrar aquí es un resumen de la biografía criminal de García Luna a su paso
por el gobierno federal; pero sobre todo cómo fue, siendo funcionario público,
él se alió con el crimen organizado, concretamente con el cartel de los hermanos
Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa”.
Además, dejan entrever cómo se
vincula no sólo él, sino muchos funcionarios y actores del gobierno mexicano y
algunos que siguen vigentes en la escena.
Eso de la trayectoria de García Luna como secretario de seguridad pública y como agente y coordinador del CISEN, director de la AFI (Agencia Federal de Investigaciones) y funcionario de gobernación también voy exponiendo algunos de los nombres de los funcionarios que estuvieron ligados con él y de otros que más adelante se fueron haciendo socios o cómplices en la empresa criminal que tenía desde el gobierno federal y que a la fecha, muchos de ellos son funcionarios del gobierno federal.
Hablo de algunos comandantes de
policía, directores de área, de algunos jefes de departamento de la
Procuraduría General de la República (hoy Fiscalía) o del CISEN, pero
concretamente hablo de la relación que mantuvo con Alfonso Durazo Montaño,
actual secretario de seguridad pública del gobierno de López Obrador.
De cómo, en algún momento, Durazo
Montaño trabajó con él en el gobierno de Vicente Fox cuando fue jefe de la
oficina de la presidencia y cómo los dos maquinan la fuga de Joaquín Guzmán
Loera de la cárcel federal de Puente Grande porque García Luna (entonces
director de la AFI) ya estaba al servicio del Cártel de Sinaloa.
Esta trayectoria, desde que se
involucra en su etapa estudiantil con el gobierno federal, nos permite observar
todo un entramado institucional que se va construyendo. ¿Qué efectos podemos
ver de ello en la actualidad?
Sin duda alguna lo que estamos viendo
hoy en México a nivel de sociedad con una ola de violencia, con un índice de
asesinatos, de secuestros, de extorsiones que van al alza con la proliferación
de los cárteles de la droga, no es más que el resultado de lo que hizo García
Luna al entregar las instituciones de seguridad pública al crimen organizado,
esto es resultado de su corrupción.
Déjame decirte que la corrupción no
se ha erradicado del todo en el ámbito federal. Aún hay funcionarios que fueron
servidores de García Luna, que crecieron a su sombra y que hoy son cabeza de
mando en la Secretaría de Gobernación, en la Secretaría de Marina, en la
Secretaría de Hacienda, de la Secretaría de la Defensa Nacional o de la
Secretaría de Seguridad Pública.
Lo que hoy vemos en el entramado
político es mucha gente ligada a García Luna y que en algún momento se han
negado a seguir abriendo los cauces de la justicia para que él comparezca ante
un juez mexicano por delitos como homicidio, secuestro, extorsión.
Por eso, hoy sentimos que en México
no reacciona la justicia, aun cuando García Luna está señalado en Estados
Unidos por muchos delitos y se sabe -por información publicada- que estaba
relacionado con el Cártel de Sinaloa. Por eso mismo no vemos a la justicia actuar,
porque los funcionarios públicos que siguen al frente de muchas dependencias
clave para la búsqueda de la justicia en México son servidores y amigos de
García Luna que tratan aún de cubrirle las espaldas en nuestro país
Tomando este en cuenta y sobre el
proceso que lleva en Estados Unidos, ¿considera que podría ser un canal para
que otros funcionarios sean investigados allá?
Sí, sin duda alguna. Mira, el juicio
de García Luna comienza con la audiencia preliminar del próximo 7 de octubre y
sin duda terminará siendo procesado a 30 o 35 años de prisión por los cuatro
delitos que se le están acusando: tres que tienen que ver con narcotráfico, con
el transporte de cocaína a Nueva York, y uno por falsedad de declaraciones.
Por lo que hace los delitos por narcotráfico,
sin duda va a tener que mencionar el nombre de Felipe Calderón por lo menos, o
del secretario de gobernación en ese sexenio, porque ambos estaban plenamente
sabedores de lo que hacía García Luna en su relación con el narcotráfico, que
no lo quisieron detener por lo que ellos argumentado: por miedo o por
subordinación, eso ya es otra cosa, pero de que van a ser señalados o
mencionados en este proceso, sin duda alguna.
Yo estoy cierto de que este proceso
judicial que lleva a García Luna a la corte este de Nueva York va a tener que
deposar alguna relación o algún permiso que recibió para ligarse con el crimen
organizado, por parte del secretario de gobernación o por parte del propio
Felipe Calderón, en el sexenio de 2006 a 2012, porque no actuó solo, lo hizo de
manera coordinada. Siempre tuvo la protección del principal jefe del Ejecutivo
que en ese momento era el presidente Calderón.
Además, muestra algo muy preocupante,
generalmente nos muestran a estos cárteles como acérrimos enemigos. Sin embargo,
parece que es toda una unión entre estos grupos y con el mismo gobierno, ¿qué
tendríamos que estar aprendiendo de esta situación?
Lo que nos deja la lectura de El Licenciado
y de cómo García Luna se relaciona con el crimen organizado es una enseñanza de
cómo se engañó o se malinformó a la población en general porque, por un lado,
él aparentaba combatir al narcotráfico, pero por debajo de la mesa siempre
estuvo con los cárteles de la droga: con los Beltrán Leyva, los Arellano Félix,
el Cártel de la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios, el Cártel del
Golfo y el Cártel de Juárez, principalmente.
Lo que hacía a través del uso de
recurso públicos, que derrochó a borbotones en los medios de comunicación, era
tergiversar la información que se vertía por parte de algunos comunicadores.
Por eso encontramos que se hizo un show mediático de todo lo que fue combate a
la delincuencia, mientras él estaba amarrado con negocios con algunos jefes de
los principales cárteles, por otro lado, aparentaba ir ganando la guerra contra
el narcotráfico.
Para esto, se utilizó a la prensa a
través de sobornos y de contratos directos de publicidad. Tenemos que hubo un
show mediático en casos como el Michoacanazo cuando fueron detenidos 30
funcionarios públicos acusados de narcotráfico y que nadie terminó siendo
sentenciado
Tenemos el caso de Florence Cassez
que también fue un show mediático; tenemos el caso del encarcelamiento del
general Tomás Ángeles Dauahare que también fue acusado de narcotráfico sin
tener alguna responsabilidad; o el caso del comisionado de la Policía Federal
Preventiva, Javier Herrera Valle, que también fue encarcelado de manera
injusta, sólo porque se atrevió a cuestionar a la su autoridad.
Todavía tenemos el caso de la famosa Operación
Limpieza en la que cerca de 23 funcionarios de la Procuraduría General de
la República fueron acusados de estar vinculados con el Cártel de los Beltrán
Leyva, cuando el verdadero conecte era el propio secretario de seguridad
pública.
Lo que nos deja como esta enseñanza es cómo García Luna operó el aparato informativo mexicano de los medios de comunicación, aparente mente independientes, pero utilizados a su capricho para poder engañar a la gente de que estaba avanzado en la guerra contra el narcotráfico cuando en realidad lo único que estaba haciendo era una pantalla de información para la población.
Justamente, considerando que
actualmente se habla mucho de la desinformación, de las noticias falsas, ¿qué
le podría decir usted a la ciudadanía, lectores, consumidores de noticias para
prevenirse?
Lo que yo debo decir al lector en
general y al consumidor de información es que no todos los periodistas somos
iguales, no todos los medios somos iguales. Hay medios que cada vez están
perdiendo más su credibilidad como son los grandes medios nacionales, esos
periódicos, cadenas de televisión y de radio, porque cada vez se evidencia más
cómo fue su relación con el poder a fin de lograr una tajada del presupuesto de
difusión de las dependencias federales.
Lo que yo recomiendo a la gente es
que se informe con noticieros o medios de información de cualquier índole, pero
locales; porque, al final de cuentas, es la comunidad informativa que anda a
pie, la que vive en las comunidades más marginadas de las poblaciones, la que
sale a reportear todos los días, la que puede aportarle un verdadero bagaje
informativo de lo que está pasando en forma diaria.
Si nos seguimos informando a través
de Televisa, TV Azteca, El Financiero, Reforma, El Universal, por señalar
algunos medios, no vamos a tener nunca una noción clara de lo que está pasando
porque ellos no ejercen un periodismo real como el que tú ejerces allá en
Tlaxcala, como el que ejerzo yo en alguna parte del país, como el que ejercen
cientos de periodistas que nos encontramos en las plazas públicas, en las
calles, en las comunidades de Chihuahua, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Michoacán,
Guerrero, de Jalisco, quienes realmente tienen el pulso de la región.
Déjame decirte además que estos
periodistas locales, tan ninguneados, tan mal pagados, tan maltratados, tan
expuestos a la violencia y a las agresiones son quienes realmente nutren a los
periódicos nacionales o a los medios nacionales de información.
Entonces, lo que yo recomiendo al
lector es que enfoque su búsqueda de información en medios locales. Si yo me
quiero informar de lo que pasa en Chihuahua, no tengo que ver lo que está
diciendo Televisa, busco un medio que se publique allá y voy poco a poco
conociendo los medios de cada entidad.
Así, el de Chihuahua, que tiene el
pleno contexto de su entorno, podrá decirme realmente lo que pasa en torno a
problemas como el agua y la presa de La Boquilla. Si yo quiero saber sobre un
tema de trata de personas que ocurre en Tlaxcala, buscaré un medio propio de
esa entidad que me informe del tema de manera muy concreta, no nada más
buscando sobre ese tema en un medio nacional que ni idea tiene de lo que sucede
en las partes más remotas del país.
Lo que quiero decir al lector es que le den un voto de confianza a los periodistas que hacemos trabajo informativo a nivel de piso, a nivel de la calle, que no recibimos compensaciones económicas de ninguna dependencia del gobierno federal y que tenemos que hacer nuestro trabajo de manera muy discreta con la mínima cantidad de recursos porque justamente ahí, con esos periodistas, es donde se puede encontrar la verdadera información.
Usted me comentaba en una parte del
libro que muchos archivos que podrían vincular a García Luna fueron destruidos.
¿Qué tan complicado fue para usted hacer esta investigación?
Fue complicado en cuanto a la
obtención de algunos documentos informativos oficiales sobre la labor de García
Luna porque, como buen espía tratando de cubrirse las espaldas, terminó por
desaparecer muchos de los archivos que hablaban sobre su función o de sus
decisiones en torno a la famosa guerra contra el narcotráfico.
Eso sí me costó un poco de trabajo,
pero lo que también me costó fue el hecho de entrevistarme con algunos miembros
activos del crimen organizado que tuvieron relación directa con Genaro García
Luna y que pudieron hablar para esta investigación.
Costó algo de trabajo también hacer
contacto con algunas fuentes informativas que trabajan para la DEA, para la CIA
o para el FBI, incluso para el Centro de Investigación Criminal de México para
que decidieran hablar, porque tenían mucho miedo y mucho odio hacia García
Luna; pero básicamente lo que más me costó fue la búsqueda de documentos de los
archivos oficiales porque no existen y eso lo tuve que suplir con entrevistas
directas a personas que estuvieron ligadas con él y que actualmente están en el
crimen organizado.
Entonces, sí me costó mucho reunirme con algunos miembros de los cárteles de Sinaloa, de los Beltrán Leyva, de los Templarios… a los que tuve que ir a buscar y visitar en sus propias localidades, aun a costa de mi propia vida, pero que finalmente resultó en un buen trabajo.
¿Qué ha significado para usted
trabajar sobre este tema y ahora verlo concretado en esta publicación?
Para mí el trabajar en El Licenciado
significa una satisfacción personal muy grande, que estoy planteando una
historia de García Luna desde un punto de vista que no se había abordado hasta
el momento porque los medios tradicionales habían tocado apenas pequeñas
notitas y nadie se había metido a ahondar en quién este personaje tan oscuro y
cómo es que en un momento determinado se tuerce hacia el lado oscuro del
espectro social.
Es satisfactorio porque aquí recopilo
algunas historias que no conté en mis anteriores libros y que también fueron
capturadas dentro de la cárcel de Puente Grande, pero que recuperé de algunos
criminales importantes como Enrique Villarreal Barragán El Grande o
Alfredo Beltrán Leyva, con los que pude estar platicando muchos días, muchos
meses dentro de la cárcel porque éramos compañeros de celda.
Me satisface sacar a la luz un trabajo que tenía guardado durante tantos años y que hoy se presenta la oportunidad de presentárselo a la población. Siento que contribuye de manera muy clara para que se dé un contexto de cómo sucedió este paso de funcionario a delincuente
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