Esta columna forma parte de la edición 55 de nuestra revista digital. Descarga aquí con un clic
Por Luis Girón Soriano, politólogo especialista en administración pública y materia electoral
No hay día en que en alguna parte del territorio de “la tierra de tortillas de maíz” nos levantemos con la noticia de que unos presidentes de comunidad llegaron pasados de copas a trabajar en plena sesión de cabildo, que si un ayuntamiento se robó la energía eléctrica y la Comisión Federal de Electricidad los multó por esa causa, que si hubo un linchamiento como medida para hacer justicia por su propia mano ante la incompetencia de la autoridad municipal para garantizar seguridad pública, tomas de edificios de presidencias municipales como medida de presión política de grupos antagónicos, manifiestos y sendos comunicados de regidores en contra de su presidente municipal, un presidente municipal gritón, mandón, exhibido regañando a sus pares regidoras, pobladores encarando a su autoridad municipal como medida de presión social para resolver demandas ciudadanas, munícipes regalando plumas y uno que otro regalito a diputados locales entre otras muchas situaciones que a diario se presentan y que mientras estas líneas toman forma, seguramente está surgiendo algún movimiento que agregue y abone a la inestabilidad a los gobiernos municipales en la entidad Tlaxcalteca.
Pasada la jornada electoral, la fiesta y alegría en las tomas de protesta, disfrutar la añorada primera quincena, lucir el nuevo carrito y el “tacuche” así como darse uno que otro caprichito bien merecido, transcurridos los primeros 100 días de gobierno, algunos alcaldes a la par del Gobierno del Estado de Tlaxcala trataron de emular un informe de las acciones emprendidas y otros, sin mucho o nada que informar prefirieron pasar por inadvertido ese acto protocolario y navegando en la ola de la pandemia del Covid-19 y la cotidianidad siguen a donde los lleve el viento.
Otros presidentes municipales, los pocos para ser honesto estaban más preocupados por la elaboración de su plan de desarrollo municipal, integrar con perfiles profesionales y capacidades a cada uno de los integrantes de su equipo de trabajo, haciendo un ante proyecto de presupuesto de egresos, reduciendo nómina y capitulo mil correspondiente a sueldos y salarios, haciendo observaciones de la entrega recepción y evaluando las cuentas con números rojos, pasivos y hasta con deudas a proveedores y obras inconclusas, se tronaban los dedos para estirar sus presupuestos con la veladora encendida para que se aprobara en el presupuesto de egresos para el ejercicio fiscal 2022 ese fondo de resarcimiento a las finanzas municipales que fue aprobado en la anterior legislatura, cuando los diputados hicieron de las suyas a tal grado que fue tildado por la opinión pública como “fondo moches” y que hoy, muchos de los legisladores de la cuarta transformación se daban golpes de pecho para no integrarlo y modificar el presupuesto como lo había mandado la titular del Ejecutivo Estatal.
Con todo lo antes expuesto en este análisis que pareciera pesimista, de mal augurio o bien de mala vibra hacia los ayuntamientos, la realidad es que el jueves 20 de enero de 2022, en el punto número 5 del orden del día, de la segunda sesión del segundo periodo ordinario del primer año legislativo de la LXIV Legislatura del Congreso del Estado de Tlaxcala, la Comisión de Finanzas y Fiscalización en voz de la diputada Marcela González Castillo dio a conocer, de acuerdo a la documentación presentada por los munícipes, el dictamen en el que se determinó cuáles ayuntamientos no cumplen con los requisitos para designar a los tesoreros y directores de obras públicas. A saber:
No hay comentarios:
Publicar un comentario