Zurya Escamilla Díaz (Tlaxcala, 22 de febrero de 2021) Para Mariano Reyes Landa, con más veinticinco años en el Poder Judicial en el Estado de Tlaxcala y orgulloso originario del municipio de Tepeyanco, “el trato digno y sensible hacia los/las ciudadanos es un compromiso que todos los servidores públicos deben asumir en su ejercicio cotidiano”.
En entrevista, refiere que el deseo de servir fue lo que le encaminó hacia la abogacía, esto lo llevó a buscar un espacio en el Poder Judicial, donde pudiera ofrecer escucha, atención y apoyo a quienes buscan respuestas a sus problemas; pues sabe que cada decisión que toma tiene un impacto en la vida de los justiciables, por lo que requiere actuar con objetividad, precisión y en apego a la ley.
Ahora, con 35 años de carrera, dice sentirse satisfecho del
trabajo que realizó a lo largo de ocho años como magistrado de la extinta Sala
Electoral-Administrativa del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE); a
lo que se suma su labor como juez en materia civil, familiar y actualmente en
el ámbito mercantil, lo que le ha permitido recorrer todos los distritos de la
entidad.
“Amo mi trabajo, disfruto mucho lo que hago, le trato de poner
pasión y todo de mi parte, impartir justicia en forma pronta e imparcial
apegada siempre a proteger los Derechos Humanos de los justiciables”.
La aplicación de la ley es una gran responsabilidad que abona
a la paz social; por ello, a los justiciables se les debe dar un trato digno,
seguridad y certeza en la resolución de conflictos. Quienes ejercemos esta
noble labor, debemos velar por el imperio de la justicia como valor universal.
Eso es lo que demanda la ciudadanía y a ella debemos ese compromiso”, continúa.
La misma convicción que lo llevó a elegir la carrera en
derecho, es la que lo ha guiado a lo largo de los 22 años que se ha dedicado a
formar a los abogados y abogadas que egresarán de la Universidad Autónoma de
Tlaxcala. Cree que es necesario que la sociedad tlaxcalteca cuente con “líderes
conscientes de sus actos y de sus alcances; ya que un joven bien orientado será
un adulto responsable”.
Como futuras generaciones mayores, indica, es una obligación “jugárnosla
con ellos, orientarlos. La educación es como sembrar en terreno fértil; pues
las y los jóvenes son el presente y la ciudadanía del mañana, es necesario que
sean una generación mucho mejor que la nuestra. Por ello, se les debe inculcar
valores como la solidaridad, respeto, la libertad, la honestidad y la
tolerancia”.
Se define como un hombre comprometido con la ciudadanía;
orgulloso esposo, padre de familia, que
comparte con las cinco mujeres que directamente le rodean su amor por el lugar
que le vio nacer, Tepeyanco.
Ellas, explica, han sido el motor de su vida y la muestra más
cercana de su convicción sobre lo que implica reconocer, promover y respetar
los derechos de las mujeres, construir espacios donde puedan empoderarse y
desarrollarse en igualdad de condiciones, con seguridad y sin violencia en
cualquiera de sus manifestaciones.
“Como padre, deseo que mis hijas y nieta vivan en un mundo
donde no haya discriminación, donde ser mujer no sea un impedimento para
superarse. Por lo tanto, me siento parte de la lucha para construir un mundo
mejor para todas y todos. No importa lo pequeño de cada trinchera, cada
esfuerzo hace una diferencia”, agrega.
En este sentido, explica que el Poder Judicial de Tlaxcala ha
puesto especial énfasis en capacitarlos para que puedan juzgar con perspectiva
de género y así generar, desde la impartición de justicia, una sociedad más
igualitaria.
Para él y su esposa Maricela -también abogada- es
relevante promover a través del ejemplo a sus cuatro hijas la solidaridad como
un valor imprescindible en sus actividades diarias, la honestidad, la humildad pero
especialmente cuando sobrevienen las dificultades como ocurre con la
contingencia sanitaria que afecta a todo el mundo.
“No hay que hacer oídos sordos al dolor ajeno. En nuestro
entorno nos encontramos con infinidad de problemas: pobreza, salud, desempleo,
por mencionar algunos. Por esta razón, hemos inculcado a nuestras hijas y ahora
a nuestra nieta lo importante de ser sensibles a las situaciones que afectan a
los demás y tratar de ayudar siempre que sea posible. Ser solidario es un valor
que nos nutre en lo individual y en lo colectivo”, explica a Expediente Político.Mx
Mariano Reyes agrega que la solidaridad está profundamente
arraigada entre las personas de su municipio y asegura que es ésta la que
fortalece los lazos de su comunidad. “La gente de Tepeyanco es muy
trabajadora, leal, entregada, respetuosa y apegada a sus tradiciones. Hacemos
más con menos y salimos adelante con ello”.
A propósito de su lugar de origen, comenta que quienes lo
habitan son privilegiados por tener lugares naturales y emblemáticos que aún
pueden detonar su atractivo para los visitantes, pues son únicos e irrepetibles
por su especial belleza.
Sabedor de ello, se ha involucrado con diversas actividades
del municipio que tienen como propósito fomentar la cultura y alejar a los
jóvenes de actividades nocivas. Entre ellas, gusta de sumar para la
organización del carnaval que inunda cada año las calles de música, colores y
bailes; también, los bailes populares de la fiesta patronal, actividades
cívicas y deportivas.
No obstante, reconoce que todavía se requiere trabajar sobre
algunos temas que son fundamentales para detonar el bienestar de los habitantes
de Tepeyanco. A propósito, considera necesario garantizar las oportunidades de
las mujeres en todos los ámbitos, incluir a la juventud en todos los proyectos
económicos y sociales; y promover valores que engrandezcan el municipio.
Particularmente, refiere que es necesario fortalecer el
sistema de salud pública, así como buscar estrategias y espacios para reactivar
la economía; pues ambos sectores se han visto mayormente afectados por la
COVID-19.
Resalta que para ello se requiere de trabajo comprometido por
parte de las autoridades estatales y municipales, particularmente. En su
experiencia, es esencial que las y los servidores públicos en todos los ámbitos
tengan una verdadera vocación de servicio, que brinden un trato digno a las
personas, sean honestos, responsables y sensibles a las demandas de la
sociedad.
“Para el servidor público, las personas deben de ser una
misión y no un número. Deben sentirse satisfechas con la atención, sólo así se
puede recuperar la confianza en las instituciones y abonar a la construcción de
la paz.
“El respeto al Estado de Derecho y la empatía que, como ya
comenté trato de inculcar a mis hijas, son indispensables, pues permiten poner
en marcha este engranaje del que todos y todas formamos parte”, concluye.
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