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miércoles, 27 de mayo de 2020

Víctor Manuel Pérez Vázquez: los retos de la educación frente al Covid-19




Por Zurya Escamilla (Mayo 2020) El inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia tomó por sorpresa a toda la sociedad mexicana y en especial a las comunidades educativas que fueron las primeras en suspender labores; particularmente en entidades como Tlaxcala donde esta suspensión ocurrió una semana antes de lo previsto por el gobierno federal.
Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el estado hay 22 mil 555 docentes: 13 mil 772 maestras y ocho mil 783 maestros; quienes han visto cómo el puente con motivo del Natalicio de Benito Juárez se ha prolongado a lo largo de nueve semanas más.
Tan sólo 13 mil 688 docentes laboran en educación básica; el 79 por ciento de ellos cuentan con estudios de licenciatura, cinco por ciento con estudios de posgrado, 4.5 por ciento son egresados de Normal Primaria, 2.4 por ciento de Normal Superior y 1.5 por ciento de normal preescolar.
Sin embargo, su formación académica y todos los años que pudieran tener de experiencia, no los prepararon para hacer frente al cambio radical que implicó iniciar educación a distancia. Por ello, han tenido que echar mano de todas las herramientas tecnológicas posibles y del apoyo tanto de madres y padres de familia como de los propios alumnos para continuar con las clases.
Tal es el caso del profesor Víctor Manuel Pérez Vázquez, quien con 18 años de experiencia comparte a Expediente Político.Mx, que éste ha sido el momento más complicado en su labor como docente, ya que no sólo ha tenido un impacto en la forma de relacionarse con las niñas y niños; sino que ha notado una alteración en su reloj biológico y en su rutina.
Con los dos grupos de tercer grado de primaria en la Escuela Primaria Miguel Hidalgo, el profesor Víctor ha tenido que ampliar sus horarios de trabajo desde temprana hora y hasta entrada la noche para poder atender las necesidades de cada estudiante y acoplarse también a las condiciones de vida que llevan.

PREGUNTA. ¿Ha llevado alguna capacitación que permitiera hacer frente a este tipo de contingencias?
RESPUESTA. No hubo una capacitación o preparación específica, a todos nos sorprendió esta situación. Sin embargo, gran parte de lo que he realizado tiene más bien que ver con las ganas, interés y voluntad de que el grupo no se atrase.
Tenemos establecidas actividades permanentes, según lo acordado en el Consejo Técnico Escolar, las cuales nos pidieron compartir a padres de familia para ver cómo resultaba.

P. ¿Cuál ha sido la parte más complicada? Sobre todo, al considerar que tiene alumnos muy jóvenes y aunque muchos están habituados a la tecnología, no la usan para este tipo de actividades.
R. Los niños en este grado fluctúan entre 8 y 9 años, son muy dependientes de la familia y dependen de los recursos que ella les provee, no hay autonomía. A pesar de que los niños tienen ciertas habilidades por ser nativos digitales, no cuentan con dispositivos personales para realizar sus actividades escolares y dependen de lo que haya disponible en sus domicilios.
Los padres de familia contribuyen de manera importante en la formación de los niños como siempre ha sido, no nada más en esta situación. Algunos que tienen limitaciones, lo expresan; pero, respecto al grupo que tengo, la mayor parte -con sus excepciones- hace un esfuerzo por seguir mi ritmo. Le voy a ser sincero, yo he estado presionando todos los días.
Al principio, la estrategia fue la usar Whatsapp para videollamadas y evaluar el progreso de sus actividades, un día a la semana destinaba 30 minutos para hablar con ellos y terminaba hasta 10 u 11 de la noche.
Yo proporcioné un cuadernillo de trabajo para que siguieran las actividades durante los primeros 40 días. Los lunes realizamos lectura en voz alta, los martes un desafío matemático, los miércoles realizamos un esquema de la lectura que leyeron el lunes en voz alta, el jueves realizan actividades relacionadas con matemáticas, los viernes específicamente hacen una paráfrasis de la lectura que hicieron el lunes en voz alta y que esquematizaron el miércoles.

P. Me comentaba en un inicio que este proceso le ha demandado más tiempo de lo que regularmente destina a su trabajo. ¿Cuántas horas más son?
R. Es que no hay horas, es todo el día, se lo juro. No sé mis compañeros, pero en lo particular son las 11 de la noche y aún recibo trabajos que me llegan. No podría medirlo en tiempo porque estando en casa también tengo que atender a mi mamá y a mi hija. Hay que hacer la comida. Las actividades que normalmente hago los fines de semana, se van distribuyendo durante la semana.
Normalmente, alguien les trae de comer y de desayunar porque yo me voy todo el día al trabajo. Yo sólo guisaba los fines de semana, pero ahora hay que hacerlo diario y es más pesado porque como los niños no van a los mismos ritmos de trabajo hay que dar seguimiento y atención personalizada. En el aula es más fácil, pero en casa no sabes cómo el niño asume el contenido, cómo lo trabaja; puede que sea apoyado por sus padres o algún familiar, pero también hay quienes esperan que regresen del trabajo. Recibo tareas muy tarde porque los papás van a trabajar y llegan a las 7 u 8 de la noche a atender las actividades del niño para luego mandarme los productos.

P. ¿Qué le preocupa más respecto a la formación de sus alumnos y cómo enfrentarán sus próximas clases?
R. Mi preocupación real es el contacto social. No le veo mayor problema en cuanto a que el niño quiera aprender porque siempre hay un aprendizaje y ellos se preparan porque saben que soy insistente en su seguimiento. Algo siempre queda de la experiencia y del conocimiento en ellos.
Me preocupa el contacto social porque lo que más percibo y escucho es cierta desesperación, anhelo marcado de regresar a la escuela y poder jugar con sus compañeros. Pareciera mentira, pero la escuela es un espacio para poder compartir, debatir, enriquecer la tolerancia, el respeto, hacer vivos los conocimientos.
A veces se menosprecia la labor en las aulas, pero nunca se habían percatado de la importancia que tiene la socialización de los niños dentro de ella. Hoy, es más que evidente. Los padres de familia reconocen por comentarios que la situación no es sencilla. Tener a los niños fuera, aunque sea unas horas, es un desahogo y también una fuente de apoyo y de ayuda para que los niños evolucionen y aprendan de mejor manera.


P. En su tiempo como docente, ¿qué momento considera que ha sido el más complicado?
R. Definitivamente creo que éste es la más complicado. Afortunadamente vivimos en una región donde no ha habido desastres naturales que ocasionen paros de labores tan extendidos como hoy. Ni siquiera con los temblores, si acaso 10 o 15 días de paro, por muy exagerado.
El sismo causó un poco de pánico en el momento. En este caso no es sólo el pánico sobre lo que pudiera pasar; son muchos días y al fin de cuentas el confinamiento causa estragos psicológicos y sociales con los niños.
Desde que estoy con ellos, no he percibido que alguno sea violentado en su casa. Afortunadamente, son grupos muy consolidados familiarmente; pero estar todo el día en casa puede ocasionar crisis en los padres que se transmiten a los niños.

P. Para octubre se espera un rebrote de este virus y no sabemos si habrá suspensión de clases, ¿cómo podrían prepararse para hacer frente a esta posibilidad?
R. Es muy complicado el mantener la distancia entre los niños. Si con los adultos es complicado lograrlo, con ellos más. Están en su proceso de crecimiento y socialización por lo que es muy difícil evitar el contacto. Si se reactiva el virus y viene otro pico de casos, lo vamos a tener que afrontar. Espero que esto no dure mucho tiempo, pero ellos van a tener que aprender a vivir bajo circunstancias muy diferentes. Esto que llaman “la nueva normalidad” nos dice que ya nada volverá a ser lo mismo.
Lo que para nosotros era un paradigma de vida, ya no es adecuado y vamos a tener que establecer algunos retener sanitarios en los accesos, revisar a los niños, tomar su temperatura, emitir mensajes a los padres de familia sobre los síntomas para que se abstengan de llevarlos a la escuela.
Aunque, usted sabe, muchos padres de familia utilizan a las escuelas como una herramienta para destinar tiempo a su trabajo y no tener a los niños. Muchas veces los llevan enfermos. Es algo que nos va a afectar porque tendríamos que regresar a los niños y eso es frustrante porque, por ley, no podemos hacerlo, tenemos que aceptarlos. Veo complicado cómo contener a un niño que pueda llegar con ciertos síntomas cuando muchas veces llega solo a la escuela.
Se piensa -así lo comentan algunos colegas de diferentes estados en redes sociales- que a lo mejor se pudieran implementar clases intermitentes; es decir, recibir un día a la mitad del grupo y otro día a la siguiente para mantener la distancia.
Son muchas medidas, pero hasta el momento no hay una oficial. Lo único que nos dijeron fue “esperen a que el semáforo se ponga en verde para poder hacer una sanitización a la institución, reunirnos para establecer cercos sanitarios y esperar indicaciones”. Para mí, lo más viable sería usar cubrebocas, la careta y el retén sanitario en el acceso tanto al inicio como al final de la jornada.
Ojalá el gobierno nos ayude con difusión para que los padres sepan que los niños no pueden ir solos a la escuela, deben estar acompañados de un adulto. Además de saber cuál va a ser el protocolo de revisión a los niños para que ingresen a la institución.

P. Personalmente, ¿cómo se siente? ¿Cómo le ha afectado realizar el trabajo respecto a sus otras actividades?
R. Dentro de todo lo que ha pasado, es muy valioso tener contacto con mi familia. Sin embargo, es más carga de trabajo porque no tengo un horario específico. No puedo -como en un negocio- sólo cerrar cortinas y dedicarme a mi familia. Creo que eso es lo que me he afectado. Se ha roto mi reloj biológico, yo dormía en cierto horario y hoy son las dos o tres de la mañana y apenas voy cerrando el ojo. Ya no sé si es fin de semana o qué día es.
Las ganas de trabajar con mis niños y estar en contacto con ellos no ha muerto. Tan es así que desde las seis de la mañana atiendo dudas. Estoy en casa con todo el tiempo disponible, pero también muy dependiente del trabajo. Lo hago con gusto, pero sí se rompe con todos los esquemas.
Ha sido muy traumático el tener que empatar actividades. Hay papás que ocupan su hora de comida para hacer preguntas y mientras yo guiso o hago algo en la cocina o el aseo, estoy platicando con el altavoz y haciendo varias cosas a la vez. Eso nos da otras herramientas, pero mientras la sufro.
Recibo mucha información durante todo el día, diferenciada y por diferentes medios. Por un lado, lo que corresponde a la familia, los servicios que debo pagar, los niños y papás que preguntan. Algunos se molestan con esta circunstancia y no asimilan que esto es algo mayor a lo que cualquier autoridad educativa o gubernamental pueda hacer.
A veces se crea conflicto y descontento; pareciera que uno se convierte en el ogro y los papás canalizan sus frustraciones con nosotros. No nos queda de otra más que afrontarlo porque son mis alumnos y los papás de ellos. Al final de cuenta ésa es mi chamba.
Tenemos, mis compañeros y yo, que buscar alternativas para trabajar. En próximos días echaremos a andar Classroom con Google Education, pero hay aspectos técnicos que falta ajustar; sin embargo, los padres de familia me han apoyado. Así le echaremos ganas para continuar con nuestra labor. Así nos tocó vivir y así la tenemos que realizar.
….
La información compilada por SEP (correspondiente al ciclo escolar 2017-2018) muestra que los más de 22 mil docentes atienden a 392 mil estudiantes en dos mil 334 escuelas de la entidad.
La mayor parte se encuentran adscritos a alguna de las mil 484 instituciones de sostenimiento estatal, en alguna de las 528 escuelas particulares, en una de las 294 escuelas federales o en alguna de las 28 instituciones educativas autónomas.

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