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martes, 1 de octubre de 2019

Extracto II*: ciencia, neutralidad y un ser bicéfalo


Guillermo Emmanuel Pérez Ramírez (Tlaxcala, Tlax., 1 de octubre de 2019) La unión humano-técnica está lejos de ser  armoniosa, y de hecho, en muchos casos es fuente de conflicto para nosotros. Pensemos en Freud: “El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un dios con prótesis: bastante magnífico cuando se coloca todos sus artefactos, pero éstos no crecen de su cuerpo y a veces aun le procuran muchos sinsabores”(1).
El diálogo y fascinación que los seres humanos hemos tenido con nuestras creaciones técnicas es complejo y con múltiples capas. Nuestras necesidades y anhelos son muchos, inmensos, y por más que desarrollemos paliativos o vías para subsanarlos, estas parecen insuficientes en algún momento. De la alegría pasamos al desencanto, conquistamos el fuego para luego ver que éste abría la puerta al incendio descontrolado. 
La modernidad y el positivismo enarbolaron, a la ciencia objetiva y al progreso técnico como los caminos auténticos para la culminación y satisfacción de todos los deseos “del hombre”; sin embargo, cuando las rimbombantes promesas no se cumplieron, llegó el inevitable desencanto ante este proyecto y sus premisas. A ese desencanto solemos llamarlo posmodernidad (2). Ciertamente, la desilusión no es repentina y rotunda, es paulatina y con repuntes de credibilidad momentáneos.
Cuando la tecnología digital, el internet y la inteligencia artificial se mostraron como los nuevos medios para resolver los grandes problemas del mundo contemporáneo, un grupo importante de la sociedad celebró por todo lo alto su llegada (3). La democracia, el pluralismo y el respeto a la persona se daban por sentado en esta realidad digital y globalizada. Naturalmente, este ambiente utópico no tardó en presentar las primeras fracturas. 
Consideremos que la ciencia toda es un producto que nace y se alimenta de interacciones humanas, no sólo eso, sino que dichas interacciones ocurren en contextos determinados, es decir, suceden en espacios y tiempos concretos, con toda la carga histórica y cultural que eso conlleva.
La ciencia no es una creación en abstracto, nacida en el vacío y libre de ataduras de la realidad social, al contrario, está firmemente enraizada en ella, persiguiendo fines y objetivos bien definidos, en palabras de Nuñez Jover: “Los procesos de producción, difusión y aplicación de conocimientos propios de la actividad científica son inexplicables al margen de los intereses económicos, políticos, militares, entre otros que caracterizan los diversos contextos sociales”(4).
Ahora bien, no debemos extrapolar estos postulados y afirmar categóricamente (postura poco científica, claramente) y asegurar que no hay nada de objetivo o neutral en el quehacer científico, al contrario, la ciencia tiende a la objetividad y la neutralidad en la producción de su conocimiento.
Para entender mejor esta aparente disonancia, habría que concebir a la ciencia como un ser bicéfalo, es a la vez actividad y saber; la primera refiere al acto (material e intelectual) de hacer ciencia, el segundo es el conjunto de los resultados del mismo. Ambos se realizan en comunidades culturales las cuales influyen en su concepción, realización, presentación y aplicación.
Las valoraciones sociales, históricas y técnicas ejercerán un enorme papel en decidir el qué se investiga, cómo se hace y para qué, sin embargo los descubrimientos y resultados empíricos deben buscar un mínimo de certeza y objetividad. Agazzi concluye que “la ciencia no puede ser neutral como actividad mientras lo es y debe serlo como saber”.

*Extracto y edición del primer capítulo de mi proyecto de tesis sobre derechos humanos y tecnología. 
Fuentes de consulta: (1) Freud, Sigmund, “El malestar en la cultura”, Alianza Editorial S.A., tercera edición, Madrid, 2013, p. 90//(2) Consante, Alberto, “La memoria perdida de las cosas (crítica a la modernidad)”, en Claves del pensamiento, Vol. 1, No. 1, Scielo, México, 2007, Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-879X2007000100005, consultada el 16 de marzo de 2019//(3) Ackoff L., Russel, “Rediseñando el futuro”, Limusa, México D.F., 2012.//(4) Núñez Jover, Jorge, “Rigor, objetividad y responsabilidad social: la Ciencia en el encuentro entre Ética y Epistemología”, en La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no podría olvidar”, Organización de los Estados Iberoamericanos, s.f. disponible en: https://www.oei.es/historico/salactsi/nunez05.htm, consultado el 3 de julio, 2019.

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