Zurya Escamilla Díaz
(Tlaxcala, Tlax., 8 de marzo de 2018) Desde que María de los Ángeles Grant Munive fue electa como la primera mujer legisladora local en Tlaxcala, en el año 1965, se han impulsado reformas electorales para promover la inclusión del sector femenino en los órganos del Estado.
En los 53 años comprendidos desde entonces hasta la fecha, han transcurrido 17 legislaturas y han pasado por el Congreso del Estado 361 representantes del pueblo, de los cuales 64 han sido mujeres (el conteo lo hemos limitado a los propietarios).
Esto significa que, desde el reconocimiento del voto para ellas en 1954, ha pasado poco más de medio
siglo y la representación femenina en el Poder Legislativo local ha sido de
apenas el 17.72 por ciento.
Entre los años 1965 y 1974, cuando el pleno legislativo se
conformaba por siete personas, las mujeres tuvieron una representación de 14.28
por ciento. Las tres legislaturas que se desarrollaron en ese periodo (XLV, XLVI,
XLVII) tuvieron, cada una, a una sola representante del sector femenino.
Tuvieron que transcurrir 36 años desde que fue reconocido el
voto de las mujeres para que en 1990 se comenzara a hablar de cuotas de género para
la postulación de candidaturas.
Fue seis años después, en 1996, cuando se
estableció en el extinto Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (Cofipe) que la postulación de candidatos no podría rebasar el 70
por ciento de un mismo género.
Desde 1965 y hasta esta reforma electoral, la representación
de las mujeres tuvo un promedio de 15 por ciento en las 11 legislaturas que se
desempeñaron durante ese periodo. Con la extraordinaria salvedad de la L
Legislatura, primera y única vez que el pleno estuvo constituido por 50 por
ciento de varones y 50 por ciento mujeres.
Luego de las reformas que permitieron la integración de
legisladores plurinominales, en 1989 se comenzó a ver un aumento en la
representatividad del sector femenino en el Congreso local.
Con una totalidad de 32 legisladores, en la LVI Legislatura
las mujeres tuvieron un 28.12 por ciento de representación; en la LVII hubo un
17.39 por ciento de mujeres en la cámara; mientras que en las legislaturas LVIII,
LIX y LX fue del 15.6 por ciento.
La LXI legislatura (28.12 por ciento de mujeres legisladoras) vino después de la reforma de 2011
en la que se reformaron disposiciones conocidas como “antijuanitas” para evitar que las
mujeres electas por el voto popular fueran sustituidas por sus suplentes
varones.
Entonces se dispuso en la ley que las fórmulas para diputaciones
federales, locales, senadurías y regidurías fueran compuestas por personas del
mismo género.
Como parte de la reforma electoral de 2014, la cual sentó las bases para un nuevo sistema nacional de elecciones, se dispuso por primera vez en la ley que los partidos políticos o alianzas entre ellos tienen la obligación de postular igual número de hombres y mujeres para la renovación del legislativo y ayuntamientos.
Esto se conoce como principio de paridad de género y está consagrado en la Constitución Federal.
A pesar de ello, la actual legislatura, LXII, cuenta con una representación femenina del 28 por ciento; es decir, que de los 25 legisladores, siete son mujeres.
Esto resulta inequitativo si se considera que más del 50 por ciento de la población en Tlaxcala corresponden al sector femenino.
Los encargados de reformar la ley han hecho lo propio para asegurar que cada vez más mujeres se inserten en el poder público. Los partidos políticos encuentran muchas dificultades para saltar el principio de paridad de género y ahora se ven obligados a preparar cuadros femeninos para ir a la contienda electoral.
Sin embargo, es evidente que los esfuerzos para eliminar la desigualdad no pueden quedarse en reformas a la ley; es preciso trabajar desde los hogares, las escuelas y los centros de trabajo a fin de modificar los aspectos culturales que aún impiden llegar a una representación efectiva de las mujeres en los diferentes órganos del estado y niveles de gobierno.
Ya no se trata solamente de las decisiones de una élite concentrada en los partidos políticos, es momento de llegar hasta los ciudadanos para que den el voto de confianza a más mujeres que buscan incursionar en la vida política.
Sin lugar a dudas, ésta será la única y legítima manera de acortar el largo y tortuoso trayecto que ha sido la búsqueda de la igualdad de género.
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