Descarga aquí la revista
Zurya Escamilla Díaz (junio 2020) Alertados por los problemas sociales que se han acrecentado durante la contingencia por COVID-19, Fernanda Oropeza y David Moreno han puesto en marcha la campaña Despensalud, que en los primeros días de junio cumple con su cuarta semana de apoyo a personas vulnerables en Tlaxcala.
“Surgió en una charla sobre las
cosas positivas de la contingencia, de los cambios de conciencia en el mundo;
pero también de las cosas fatalistas: la crisis económica y todo lo malo que ha
pasado. Lo hablábamos desde la comodidad de nuestra casa, estábamos generando
un debate político-espiritual raro, pero todo desde nuestro privilegio con
nuestro sueldo y todo. Entonces pensamos que hablar sólo de esto no sirve de
nada, decidimos poner las manos en acción y comenzar este proyecto”, así lo
comenta Fernanda.
Por ello, el objetivo de esta
pareja es recolectar alimentos saludables y nutritivos para que sus
consumidores puedan hacer frente de mejor manera a la coyuntura en que vivimos
con una enfermedad como el Covid-19; la cual, se agrava en personas con
obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas relacionadas con los hábitos
alimenticios.
“No pretendemos entregar
despensas como las que entrega el gobierno; pues hemos visto que algunas tienen
demasiada azúcar, carbohidratos, galletas, pan, cosas que tal vez no son lo
mejor para enfrentar una enfermedad”, explica.
En consecuencia, su convocatoria
es a donar semillas, verduras, hojas verdes, plantas comestibles vivas,
especias, tubérculos, fruta verde, pan artesanal, conservas, fermentos,
mermeladas, huevo criollo y otros alimentos que puedan aportan nutrientes a las
familias beneficiadas.
Hasta el momento, comenta, han
logrado reunir a entre ocho y nueve personas cuyas donaciones han servido para
armar de 15 a 18 despensas que se entregan de manera aleatoria a las personas
que, consideran, lo pueden necesitar en las comunidades.
Inicialmente, difundieron una
convocatoria específica para que productores de la entidad se sumaran a esta
causa; sin embargo, la respuesta no fue la esperada. “Se sumaron algunos
conocidos. Por ejemplo, tengo una amiga que cultiva lechugas hidropónicas en su
casa y ella nos da cierto número; pero realmente productores de algún
establecimiento que nos donen cierto número de productos, no.
Sólo La Casa de la Abuela, una
tienda de productos orgánicos. De este sector realmente no tenemos donantes,
solamente personas que por su cuenta compran los alimentos para entregarlos”.
Sus recorridos los realizan en
auto y cuidan todas las medidas sanitarias; por ello, suelen entregarlos a
través de la ventanilla a quienes consideran que podrían necesitarlo. Por esta
razón, no tienen un grupo de beneficiarios cautivos, “pero si vemos a una
persona que tiene una necesidad muy grande y nos la volvemos a topar en el
camino, procuramos entregarle nuevamente una despensa”.
En realidad, sólo hay un grupo de
personas a quienes semanalmente apoyan con estas despensas saludables; éstas
son las cinco familias que conforman un circo que quedó varado en Apizaco
durante esta contingencia y quienes dependen de las entradas de los
espectáculos para poder sobrevivir.
A pesar de su esfuerzo, para
Fernanda ha resultado curiosa la reacción de algunas personas ante este
beneficio, pues observa cierto rechazo a los alimentos saludables.
“Tratamos de darlos a quienes
están en los semáforos, en familia y piden dinero, me he dado cuenta que las
mamás de la familia lo reciben muy bien, pero a veces los hombres de la familia
lo desdeñan porque es saludable. No nos lo han dicho, pero hemos visto sus
reacciones.
Ellas lo toman muy bien porque
saben que es muy nutritivo para sus hijos. Sabemos que, a partir de los
estereotipos sociales, el hecho de entregar cosas saludables, les causa falta
de interés. No es su culpa, nos lo han inculcado así, que lo que realmente
necesitamos es pan, azúcar, galletas, etcétera”.
Esto, reflexiona, puede ser una
interesante observación a la educación que se recibe en el país sobre la
alimentación, que tiende a ser poco saludable más allá de los niveles
socioeconómicos. Pero especialmente para familias de escasos recursos, quienes
tienden a verse obligadas a sacrificar la calidad nutrimental de sus alimentos,
para compensar el resto de los gastos del hogar (Torres, 2009, p. 139).
Para muestra, el 32.5 por ciento
de la población ocupada (193 mil 279 personas) en Tlaxcala al primer trimestre
de este año trabaja en condiciones críticas de ocupación, según la Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI); lo que significa que no percibe lo suficiente para adquirir
los productos de una canasta básica.
Además, en Tlaxcala hay 270 mil
110 personas que viven con carencias de alimentación, según datos del 2018
emitidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (Coneval), y al menos 20.2 por ciento de la población registra
inseguridad alimentaria de moderada a severa.
Movidos por esta inquietud y ante
lo que han podido observar en sus recorridos, David y Fernanda buscan hacer más
grande esta iniciativa y volverla un trabajo permanente que beneficie a
aquellos que no tienen garantizada una alimentación adecuada y nutritiva.
Es así que hacen extensiva la
invitación para seguirlos en redes sociales, donde realizan la difusión de esta
campaña, y a sumarse con donativos de alimentos saludables. Puedes seguirlos en
Instagram @despensalud.tlaxcala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario