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martes, 16 de junio de 2020

Fernanda, David y despensalud, en apoyo a familias vulnerables


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Zurya Escamilla Díaz (junio 2020) Alertados por los problemas sociales que se han acrecentado durante la contingencia por COVID-19, Fernanda Oropeza y David Moreno han puesto en marcha la campaña Despensalud, que en los primeros días de junio cumple con su cuarta semana de apoyo a personas vulnerables en Tlaxcala.
“Surgió en una charla sobre las cosas positivas de la contingencia, de los cambios de conciencia en el mundo; pero también de las cosas fatalistas: la crisis económica y todo lo malo que ha pasado. Lo hablábamos desde la comodidad de nuestra casa, estábamos generando un debate político-espiritual raro, pero todo desde nuestro privilegio con nuestro sueldo y todo. Entonces pensamos que hablar sólo de esto no sirve de nada, decidimos poner las manos en acción y comenzar este proyecto”, así lo comenta Fernanda.
Por ello, el objetivo de esta pareja es recolectar alimentos saludables y nutritivos para que sus consumidores puedan hacer frente de mejor manera a la coyuntura en que vivimos con una enfermedad como el Covid-19; la cual, se agrava en personas con obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas relacionadas con los hábitos alimenticios. 
“No pretendemos entregar despensas como las que entrega el gobierno; pues hemos visto que algunas tienen demasiada azúcar, carbohidratos, galletas, pan, cosas que tal vez no son lo mejor para enfrentar una enfermedad”, explica.
En consecuencia, su convocatoria es a donar semillas, verduras, hojas verdes, plantas comestibles vivas, especias, tubérculos, fruta verde, pan artesanal, conservas, fermentos, mermeladas, huevo criollo y otros alimentos que puedan aportan nutrientes a las familias beneficiadas.
Hasta el momento, comenta, han logrado reunir a entre ocho y nueve personas cuyas donaciones han servido para armar de 15 a 18 despensas que se entregan de manera aleatoria a las personas que, consideran, lo pueden necesitar en las comunidades.
Inicialmente, difundieron una convocatoria específica para que productores de la entidad se sumaran a esta causa; sin embargo, la respuesta no fue la esperada. “Se sumaron algunos conocidos. Por ejemplo, tengo una amiga que cultiva lechugas hidropónicas en su casa y ella nos da cierto número; pero realmente productores de algún establecimiento que nos donen cierto número de productos, no.
Sólo La Casa de la Abuela, una tienda de productos orgánicos. De este sector realmente no tenemos donantes, solamente personas que por su cuenta compran los alimentos para entregarlos”.
Estas despensas, comenta Fernanda, contienen casi todos los tipos de alimentos que enlistan en su convocatoria; lo único que no han logrado incorporar, es el huevo criollo. No obstante, cada una alcanza para alimentar hasta a tres personas y en el caso de familias grandes, entregan hasta dos para que sea suficiente.
Sus recorridos los realizan en auto y cuidan todas las medidas sanitarias; por ello, suelen entregarlos a través de la ventanilla a quienes consideran que podrían necesitarlo. Por esta razón, no tienen un grupo de beneficiarios cautivos, “pero si vemos a una persona que tiene una necesidad muy grande y nos la volvemos a topar en el camino, procuramos entregarle nuevamente una despensa”.
En realidad, sólo hay un grupo de personas a quienes semanalmente apoyan con estas despensas saludables; éstas son las cinco familias que conforman un circo que quedó varado en Apizaco durante esta contingencia y quienes dependen de las entradas de los espectáculos para poder sobrevivir.
A pesar de su esfuerzo, para Fernanda ha resultado curiosa la reacción de algunas personas ante este beneficio, pues observa cierto rechazo a los alimentos saludables.
“Tratamos de darlos a quienes están en los semáforos, en familia y piden dinero, me he dado cuenta que las mamás de la familia lo reciben muy bien, pero a veces los hombres de la familia lo desdeñan porque es saludable. No nos lo han dicho, pero hemos visto sus reacciones.
Ellas lo toman muy bien porque saben que es muy nutritivo para sus hijos. Sabemos que, a partir de los estereotipos sociales, el hecho de entregar cosas saludables, les causa falta de interés. No es su culpa, nos lo han inculcado así, que lo que realmente necesitamos es pan, azúcar, galletas, etcétera”.
Esto, reflexiona, puede ser una interesante observación a la educación que se recibe en el país sobre la alimentación, que tiende a ser poco saludable más allá de los niveles socioeconómicos. Pero especialmente para familias de escasos recursos, quienes tienden a verse obligadas a sacrificar la calidad nutrimental de sus alimentos, para compensar el resto de los gastos del hogar (Torres, 2009, p. 139).
Para muestra, el 32.5 por ciento de la población ocupada (193 mil 279 personas) en Tlaxcala al primer trimestre de este año trabaja en condiciones críticas de ocupación, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); lo que significa que no percibe lo suficiente para adquirir los productos de una canasta básica.
Además, en Tlaxcala hay 270 mil 110 personas que viven con carencias de alimentación, según datos del 2018 emitidos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y al menos 20.2 por ciento de la población registra inseguridad alimentaria de moderada a severa.
Movidos por esta inquietud y ante lo que han podido observar en sus recorridos, David y Fernanda buscan hacer más grande esta iniciativa y volverla un trabajo permanente que beneficie a aquellos que no tienen garantizada una alimentación adecuada y nutritiva.
Es así que hacen extensiva la invitación para seguirlos en redes sociales, donde realizan la difusión de esta campaña, y a sumarse con donativos de alimentos saludables. Puedes seguirlos en Instagram @despensalud.tlaxcala.

Torres, F. (2009) “Rasgos perennes de la crisis alimentaria en México”. UNAM.

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