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Guillermo Emmanuel Pérez Ramírez. (junio 2020) Suele decirse que desde el estreno de “Esperando a Godot”, el 5 de enero de 1953 en el Théâtre de Babylone, en París, no ha pasado un solo año en el que no se haya representado, al menos una vez, en alguna parte del mundo. El 28 de mayo de 2020, a pesar de que prácticamente todos los teatros importantes del mundo se encuentran cerrados desde hace dos meses, no se ha roto esa máxima del teatro. Esperando a Godot no ha cesado de ponerse en escena.
Guillermo Emmanuel Pérez Ramírez. (junio 2020) Suele decirse que desde el estreno de “Esperando a Godot”, el 5 de enero de 1953 en el Théâtre de Babylone, en París, no ha pasado un solo año en el que no se haya representado, al menos una vez, en alguna parte del mundo. El 28 de mayo de 2020, a pesar de que prácticamente todos los teatros importantes del mundo se encuentran cerrados desde hace dos meses, no se ha roto esa máxima del teatro. Esperando a Godot no ha cesado de ponerse en escena.
En dicha obra, creada por Samuel
Beckett a finales de los años 40 del siglo pasado, Vladimir y Estragon, sus
protagonistas, están varados en un lugar vacío e inerte con apenas un árbol
moribundo como escenografía y acompañante. Ellos mismos, medio conscientes,
apenas se percatan de que tienen una razón para estar ahí, están esperando la
llegada de Godot. La ahora de su llegada la desconocen y, ciertamente, parece
que tampoco están muy seguros de cómo luce esta persona, solo saben que deben esperar
y estar preparados para cuando él aparezca.
Mientras tanto, se la pasan
vagando por el espacio, esforzándose por ver más allá con la esperanza de poder
advertir la figura de Godot a lo lejos, sin embargo, solo murmullos y
multitudes es lo que les ofrece el horizonte.
Por su diálogo, suponemos que
Vladimir y Estragon se conocen desde hace tiempo, incluso podríamos decir que
son amigos. Contando con su presencia como única ayuda para hacer más llevadera
la espera, se la pasan ya sea creando situaciones desde la nada o dejándose
llevar por la inercia de sus pensamientos, el mínimo cambio en el ambiente es
una oportunidad de oro para romper con el aburrimiento asfixiante que la
monotonía del aguardo les provoca.
Presas del tiempo y el espacio,
su única esperanza reside en la llegada de Gogot y para llenar ese interminable
lapso, se lanzan a cuanta oportunidad asome para llenar el vacío. La aparición
de Pozzo y su siervo Lucky (perdidos igual, creemos) supone un auténtico
bálsamo para la soledad cada vez más alarmante. Sin embargo, nuestra única certeza
en toda la obra la trae la aparición del “muchacho” y su respectivo mensaje:
Godot no va a venir esta noche, dice que mañana llegará.
Y así todos estos días, recluidos
en nuestras casas, aguardamos pacientemente a que todo termine, que el virus
pase y la vida normal regrese. Llenamos el tiempo lo mejor que podemos con lo
que tenemos a la mano, expectantes. Nuestras pantallas nos dan las nuevas del
mundo que está afuera, cercano y difuso al mismo tiempo.
Todas las tardes, antes del
anochecer, al menos estamos seguros de una cosa, que el mensajero va a llegar y
con él, posiblemente, el anuncio de que por fin se acabó el suplicio. La
conferencia pasa y el mensaje no se presenta, la curva no se ha aplanado y
deberemos esperar un poco más, tal vez mañana sea el momento. Todos aceptamos
pasivamente que así será y acordamos esperar un día más. Nos veremos otra vez,
antes de que caiga el sol.
La práctica, convertida en meme,
surgió en la comunidad gamer a partir de cierta escena en el videojuego Call of
Duty: Advance Warfare, en la que su protagonista, el mismo jugador, asiste a un
funeral donde el juego te propone presionar la tecla F para mostrar tus
respetos al difunto virtual. Evidentemente lo trágico no es tal en este mundo y
los jugadores trasladaron esta acción a otro mundo virtual, el de los foros y
cajas de comentarios de internet, convirtiéndose rápidamente en un código de
respuesta cómica e irónica ante situaciones de lo más diversas.
Salto al 2020: Beckett
inventó el coronavirus y nosotros somos partícipes de la presentación más
grande que se ha hecho de Esperando a Godot. El teatro del mundo presiona F
para mostrar tus respetos ante la situación funesta.
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