El día que estalló la bomba - Expediente Político.Mx

Reciente

Suscríbete

Post Top Ad

Responsive Ads Here

martes, 7 de abril de 2020

El día que estalló la bomba



Por José Dionicio Vázquez Vázquez

1
Apareció con fuerza como un augurio seguido de las marchas justas de las mujeres el día 9 de marzo: un día sin ellas. No, la Naturaleza (que es mujer) no se conformó con eso, y el resultado fue no sólo un día sin las mujeres, sino varios meses sin tocar a la Naturaleza o lo que provino de ella, a causa de un virus que ha hecho arrodillar a los países más industrializados y mejor comunicados, sobre los bien pensantes que han elucubrado sobre la evolución, el  modernismo, posmodernismo... el desarrollo. Pues bien, el virus ha llegado también a América Latina y a los gringos.
La evolución y el desarrollo prometidas como miel y leche por Occidente fluyen a raudales en forma de hiel. Llegó el tiempo de negación: no deben ir los obreros contagiados a trabajar (a los cuales sí se les debe pagar), las personas tampoco deben asistir a eventos multitudinarios: no saludarse de mano ni abrazar, estornudar en público al prójimo o toser sin control. Hay que bañarse y limpiar la casa por dentro. Triunfo del deber ser sobre el Ser.
Las máquinas deben parar, frenar o ir a ritmos más lentos, y así dar la sensación de que el tiempo se estira o de que se ha detenido: dejar de producir lo que sea, o  al menos de la misma manera. Todo se pospone hasta nuevo aviso y se ralentizan los procesos. Esto es una excelente definición de irrupción. Es tiempo de preguntar a los seguidores de Einstein ¿el COVID-19 es relativo?

2
Terminó el virus temporalmente con la pesadilla de los niños de nivel básico para tomar clases, e inició para los padres desobligados que se deshacían de sus hijos en las escuelas con el objetivo de no cuidarlos, o de pasar por ellos a deshoras ¡qué escuela de tiempo completo ni que nada! Quienes se dedicaron a vandalizar las escuelas en el nivel superior en la CDMX, ya pueden quedarse a vivir ahí para no contagiarse fuera de ellas y reflexionar en sus actos. Debería ser un alto también para los criminales, o para las personas ignorantes e indolentes que a diario tiran la basura en las calles: ya cuentan con tiempo para acumularla o quemarla alegremente en sus casas. La pandemia rompió el ritmo para cual estábamos programados: trabajar incansablemente, festejar, asistir a clases, e ir al cine o de compras (por cierto, en algunas tiendas de autoservicio ofrecen “carritos” “desinfectados”), jugar en campos abiertos o simplemente hacer ejercicio en lugares cerrados.
Debido al virus, se consideró aplicarnos la quincena como medida preventiva, para los infectados, la cuarentena. Los que deberían estar en centena, no en
cuarentena son los políticos. Hoy, las misas, predicaciones, sermones, cultoso servicios religiosos se están brindando de forma virtual. Y cuando pensábamos en que el carnaval era para siempre, eterno, se han dejado de oír los gritos típicos de los danzantes (huehues, catrines, chivarrudos, charros, cuartas y bailarinas), o al menos no con el estruendo al que nos acostumbraron. Ya no más “el remate del remate”. Las fiestas Del Mole por los santos patrones puede que no se realicen o que haya baja afluencia. Los Millenials, Chavo-rucos, Generación X, etc., estarán produciendo miles de memes a diestra y siniestra al respecto.

3
Paranoia, machismo e intriga se toman de la mano y van por la calle distorsionando más las cosas que ya ha destruido el virus. Paranoia: Las personas que llevan todo el tiempo cubrebocas desechables o quienes lo usan con dibujos apocalípticos, independientemente de la efectividad para evitar la transmisión del virus. ¿No deberían existir cubre caras? porque los ojos también están expuestos.
Hay quienes se alejan de las personas que padecen alergia, estornudan por una gripa moderada o un tosido esporádico, o que limpian absolutamente todo lo que tocan. Se realizan en otros estados del país compras de pánico: de papel, enlatados, limpiadores, sanitizadores para manos, ambiente, baño, industriales, etc. El machismo se refleja en comentarios de quien estornuda fuertemente y dice: “¡Qué! ¿ya me interno?” o “A mí no me hace nada”, “Me pela los dientes”, “A mí no me va a pasar”, “¿A poco nomás por eso ya se va a acabar el mundo?”, “Ya tómense 3 caballitos de Pinol pa ́que les haga efecto”.
A quienes les apasiona la intriga afirman que el virus lo planearon los illuminati, grupo secreto poderoso en el ámbito económico y político a fin de constituir el nuevo orden mundial, para controlar la economía y el estado de cosas actuales, complementado con el intercambio de moneda virtual Bitcoin. Como esta moneda críptica, los intrigosos no conocen los nombres de los conspiradores ni quiénes “sembraron” el virus para hacer más rica a las farmacéuticas, una vez que se descubra la vacuna contra él.  Por lo tanto, los apasionados de esta leyenda no creen en las medidas sanitarias para evitar contagiarse y hablan del virus como algo que no existe, que fue inventado. Es una medida fácil para quienes evitan explicaciones de origen y tendencias, o
de causa-efecto, leer textos históricos o de investigaciones respaldadas con evidencia científica. Este tipo de personas son las más peligrosas para frenar los efectos del virus que cayó como una bomba desde fines del año pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Bottom Ad

Responsive Ads Here