Claudia Huerta (1 de agosto de 2019) Hoy
las personas son tan entregadas a las tendencias y etiquetas que una muy común
es el término “cabrona” acuñado para ciertas mujeres de la sociedad actual.
Curioseando
encontré las siguientes connotaciones para tan mencionado término:
Cabrona:
esa mujer independiente, libre y empoderada para sobrevivir sola.
Cabrona:
dícese de la mujer asertiva, inteligente, segura de sí misma, que sabe lo que
quiere y lucha por conseguirlo sin pretextos ni concesiones.
Cabrona:
mujer que estrecha lazos sentimentales, lejos de la necesidad, sólo por
decisión propia.
Según
lo anterior la mayoría de las mujeres podrían encajar con alguna de las
anteriores definiciones. Entonces ¿para qué hacer tanto alarde?
Y
es que la etiqueta “cabrona” no encuentra
su fortaleza en la definición, sino en todo lo que implica y me refiero a esos
gritos desesperados de independencia, mujeres aferradas a auto convencerse de
que son “cabronas” para no tener que lidiar con su verdadera personalidad,
(vaya que esto último requiere un alto grado de valentía).
En esta generación, muchas mujeres, en la búsqueda de un futuro armonioso, se dan cuenta de que no necesitan estar atadas
a una persona del sexo masculino para lograrlo, de ahí surge este latente
manifiesto de independencia radical ante los hombres. Y está bien vivir bajo
esa premisa, ninguna mujer ha muerto de soltería, es bueno querer reinventarse,
pero no significa vivir eternamente a la defensiva para ser respetadas.
La
lucha entre hombres y mujeres siempre será muy complicada, en todos los casos
alguna de las partes siempre va a salir perdiendo, así que no creo necesario
entablar estar rivalidad. Creo que hombres y mujeres, podemos existir en el
plano de equidad y bajo ninguna
etiqueta, podemos concebirnos como personas sin tener miedo a dar todo lo bueno
que tenemos.
Es
necesario impulsar una sociedad sin miedo a la soledad y sobre todo que carezca
de la necesidad de mostrarle al mundo cuan felices son con su soltería, usando
frases como “enamorada de la vida”, “divorciada del sufrimiento” o esas cosas que
siempre comparten en las redes sociales.
Ser
una mujer “respetada” no requiere de agresiones o posturas soberbias. Lo importante
en estos tiempos es saber perfectamente lo que quieres para ti y en tu entorno.
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