Karen Sharon Martínez Velázquez (Tlaxcala, Tlax., 21 de mayo de 2019) El mundo está repleto de figuras ideales de cómo ser en sociedad, hombres, mujeres, parejas incluso aquellas personas que no se nombran: los pueblos originarios, la comunidad LGBTTTIQ+, las personas en situación de calle, o aquellas en situación de pobreza.
Todas sin excepción son aceptadas a condición de cánones sociales. Pareciera que aun no hemos podido trascender al estereotipo de manera tajante que permitirían transitar a la pluralidad.
Los movimientos sociales no son la excepción de este entramado de idealizaciones, de estereotipos, de argumentos vacuos. Cuando se hace referencia del movimiento feminista actual, se le desdeña, las marchas en protesta de leyes tan absurdas, se criminalizan. Vamos poniendo en contexto las demandas. Vamos poniendo en contexto las marchas y los mecanismos que tenemos las mujeres para hacernos escuchar en esta sociedad.
¿Cómo se posibilita y se logra la concreción de las demandas en una sociedad? ¿negociando? Rememoremos.
Aquellas luchas que hoy se ensalzan en memes que nos dictan qué el verdadero feminismo, es ese de antaño y el de hoy no lo es. Rememoremos.
Para algunos autores y autoras,la historia del feminismo se segmenta en cuatro momentos importantes, algunos sólo mencionan tres. Me situaré en el primero.
Hablando de la segmentación de la historia del feminismo; ésta se ha hecho de acuerdo a lo que han llamado olas del feminismo ¿por qué pugnaban en cada una? ¿qué les distingue?
Pues verán mis queridos y queridas lectores, grosso modo, la primera Ola del feminismo, se ubica en el Siglo XVIII, donde la vida social de la mujer estaba relegada, y dominada por un discurso de excelencia de las nobles mujeres, tal como lo refiere Amelie Valcárcel en un artículo para la CEPAL, las mujeres habían de estar bajo la autoridad masculina, relegadas de todo escenario público, mismo que desde luego incluye el educativo, cumpliendo con ciertos estándares de nobleza y delicadeza para poder ser dignas.
El feminismo ilustrado o de la primera ola se plantea imaginar y construir desde la ilustración del pensamiento, el mundo como debería de ser frente al que existe en ese momento, de una asimetría avasalladora, buscando también la forma de poner en ejecución esos planteamientos.
Rompiendo con la idea de que la igualdad de los varones se construye a partir de su superioridad frente a las mujeres, que son señaladas como un segundo sexo y por tanto su educación debía garantizar únicamente las herramientas para cumplir con ese rol, agradar, ayudar, criar hijas e hijos, varones de preferencia.
Una de las obras literarias representativas de esta ola es la obra de Mary Wollstonecraft, Vindicación de los derechos de la mujer (1792). La primera ola, fue pues de forma reflexiva. El orden social fue pues cuestionado.
La segunda ola del feminismo fue caracterizada por el sufragismo de la Guerra Mundial del Siglo XX, las mujeres habían apenas arañado la idea de igualdad, pero conquistar los derechos de manera concreta era una lucha pendiente.
En ese momento se debatía una reforma de sufragio en Inglaterra, y la primera acción fue presentar una solicitud firmada por mil 500 mujeres donde pugnaban que en esa reforma se incluyera el voto femenino.
Para los amantes de las comparaciones con los movimientos sociales actuales feministas, ¿creen que ellas no ocasionaron disturbios? Sí, lo hicieron, y no de manera sutil, las sufragistas se reunían en espacios clandestinos a hablar y concretar estrategias para lograr el voto femenino. Marchas, pintura en el suelo, romper cristales, etcétera, eran sólo algunas de las formas que las mujeres utilizaban como un método de visibilización.
Se formaban Sociedades para el Sufragio de las Mujeres, mismas que se vinculaban con partidos liberales a fin de asegurar la inclusión de sus demandas; no obstante, aún cuando los liberales ganaron las elecciones éstos no incluyeron de inmediato el voto femenino lo que trae como consecuencia la exacerbación del movimiento sufragista.
Huelgas de hambre, allanamientos en propiedades de personas dentro del gobierno, atravesaron esta etapa. Seguido de un aparente acuerdo por parte del parlamento con discutir el sufragio universal se logra una tregua corta, misma que terminaría cuando el parlamento declara que al decir universal se refiere a que todos los hombres sin excepción podrían votar y que el asunto de las mujeres tendría que esperar.
Ésto, sin duda, aumenta la tensión entre las sufragistas y el gobierno y hacen el argumento de la piedra y unas 200 mujeres arremeten contra las vitrinas de la zona comercial más popular en Londrés; le siguieron incendios y pintas con ácido en los jardines y finalmente concluyó con la muerte de Emily Davison que se arrojo a los pies de un caballo. Pero a la larga todo este movimiento social inglés logró el cometido.
La tercera ola tiene como máximo representante el libro de Simone De Beauvoir, aunque algunas autoras y autores lo colocan como colofón de la segunda ola es más bien la antesala a la tercera ola, donde las mujeres se dan cuenta que no sólo el voto era el único orden jurídico que había que cuestionar, había muchas más leyes, el divorcio, el trabajo, el acceso libre a la educación, condiciones laborales etc, también debían ser cuestionados.
Todo esto además de ser teorizado se hace acompañar de movimientos sociales que, por su teorización en el campo académico se expresan con convicción y ahínco desenfrenado.
Pero la tercera ola feminista había previsto también que los ámbitos normativos no legales ni explícitos habían de ser alterados. La revolución en la moral, las costumbres y los modales, el conjunto que solemos conocer por mores, se iba produciendo en paralelo con la renovación legislativa.
Lo que resultaba más notorio y producía mayor escándalo eran los nuevos juicios sobre su sexualidad y las nuevas libertades sexuales de las mujeres "liberadas".
Y por último, el feminismo del 2000. Aquél que vivimos en el presente, o el que aspiramos vivir.
Éste, podríamos regionalizarlo. América Latina esta convulsa no sólo en la encrucijada social, también en la política. El arribo de algunos gobiernos de ultraderecha en nuestro territorio ha hecho de la situación de VIDA de las mujeres se haga cada vez más precario.
Nos encontramos en pleno 2019 pugnando por el reconocimiento legal de nuestros derechos reproductivos. Salimos a las calles y gritamos que se reconozca lo que ya vivimos, que no tiene más fondo que la defensa de la vida de cada una de las mujeres que se somete a un aborto. También estamos peleando el espacio público.
Pero no se confundan, no sólo apuntamos al derecho de ejercer nuestra profesión y ocupar puestos de poder. No, apuntamos al mero derecho de PODER DISFRUTAR DEL ESPACIO PÚBLICO que se nos ha arrebatado.
Con un promedio de diez muertes diarias a todas horas, salimos a las calles a gritar que NOS QUEREMOS VIVAS, NOS QUEREMOS LIBRES y todavía hay quien se atreve a juzgar estas demandas llamándonos exageradas.
Funcionarios públicos ignorantes que niegan la Alerta por Violencia de Género. Funcionarios locales que no saben lo básico, que lo único que les importa es cobrar y hacer campaña para un siguiente puesto que les perpetúe privilegios, pero poco hacen por las problemáticas sociales.
En honestidad, eso no sorprende, lo que, sí sorprende, indigna, pero sobre todo entristece es que exista ese sector de la población que pierda el tiempo discutiendo el lenguaje inclusivo, las marchas, las pintas, cuando lo que se pierde es la vida misma.
¿Reivindicar las luchas de las ancestras? ¡Sí! ¡Siempre! Porque nos hicieron pensar y reflexionar la asimetría, porque pelearon por el voto y perdieron la vida. Algunas incluso a sus hijos e hijas, pues les fue negada la maternidad por defender el voto y sí, porque no se conformaron con el solo voto.
Por gratitud, por dignidad y por conciencia. Sí, REIVINDICAMOS SUS LUCHAS.

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