La urgencia invisible: El derecho a la salud mental en la infancia

Por: Geovanny Pérez López, 30 de abril de 2025 

En un mundo donde las dinámicas cotidianas son aceleradas y aun no se superan las consecuencias por la pandemia Covid-19, así como, la existencia de la violencia desde la infancia, aunado al uso excesivo de los dispositivos, redes sociales digitales y la IA, las infancias se enfrentan a otras realidades en la actualidad respecto de su derecho humano a la salud mental, pues si bien existe este derecho reconocido en distintos tratados internacionales,  en nuestra constitución política y otras leyes secundarias, donde es claro que las niñas, niños y adolescentes al igual que todas las personas adultas, se les debe garantiza el bienestar emocional, psicológico y social. 

    En México los principales problemas la salud mental en las infancias incluyen la ansiedad, la depresión y los trastornos del comportamiento. Según datos de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, alrededor de uno de cada siete niñas, niños y adolescentes sufre estos trastornos. La ansiedad y la depresión son las condiciones más prevalentes, afectando al 52.8% y 25.1% aunque no son precisos los datos por estados ni están segregados por sexo.

 

    Lo anterior, se traduce en uno de los retos pendientes al no contar con datos precisos de las problemáticas, la falta de espacios especializados suficientes para tratar el tema de la salud mental infantil que cada día avanza (aún estigmatizado y que no se comprende) representando la base de una prioridad que no solo es para los órganos de salud que deben centrar sus esfuerzos en detectar y generar datos respecto de la situación infantil, si no para el estado mismo y la sociedad al observar las carencias aunado a no contar con personas especialistas en salud mental infantil, según los datos en 2024 México contabilizó 4,600 psiquiatras de estos, 365 se especializan en paidopsiquiatría (psiquiatría infantil y juvenil).  Estimando una tasa de psiquiatras es de 3.47 por cada 100,000 habitantes, y la de paidopsiquiatras es de 0.69 por cada 100,000 habitantes menores de 15 años, teniendo en el sector público 1,410 psiquiatras según el Instituto Nacional de Psiquiatría, sin tener datos precisos por estado ni en paidopsiquiatria lo que limita el acceso a tratamientos especializados para las niñas, niños y adolescentes.

    Estas cifras reflejan la urgencia de invertir no solo en infraestructura, personal capacitado, programas de prevención y atención para abordar la salud mental, si no en diagnosticar y además considerar la perspectiva de género en los datos, a la hora de la detección de los problemas psicológicos en la niñez y el tratamiento. Debido a que el padecimiento psicológico en las niñas puede estar asociado a lo que son las “conductas socialmente esperables” para las niñas, a diferencia de los niños, “estereotipos de género” muchas veces socialmente aceptados y naturalizados, por lo que pasan desapercibidos hasta que se hacen evidentes por su agravamiento en edades posteriores.

    Por tanto, los derechos humanos, el enfoque de género van de la mano y han sido establecidos como parte de las diez recomendaciones para la nueva agenda para la salud mental que se enmarca en objetivos y metas mundiales y regionales expresados en el Plan de acción integral sobre salud mental 2013-2030 (OMS, 2021), la Política para mejorar la salud mental (OPS, 2023) y la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible (Naciones Unidas (UN), 2015). Sin embargo, surge la pregunta ¿Cómo empezar ante la falta de datos y otras carencias? 

    Lo único claro es que ante una urgencia invisible como la salud mental en la infancia hay que actuar desde una perspectiva de género, misma que nos permitirá crear oportunidades diferentes para niñas, niños y adolescentes de gozar de una salud óptima, con diagnóstico y atención temprana, con acceso oportuno a tratamiento y acompañamiento integral, aunado a contar con datos e información mas certera incluso para observar desde el espacio escolar en qué momento se puede canalizar o comprender las dificultades en la trayectoria escolar rompiendo el modelo escolar homogeneizador.