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martes, 23 de febrero de 2021

Richard Hein: esperamos reunir a más familias en la administración de Biden



Por: Zurya Escamilla Díaz

Luego de semanas inciertas desde la elección de noviembre en Estados Unidos (EE. UU.), Joe Biden asumió la presidencia de ese país en medio de un clima de polarización legada por su antecesor, Donald Trump.

Con esta transición, resurgieron esperanzas para muchos migrantes y para personas como Richard Hein que han dedicado su carrera a tratar de unir familias que se han visto obligadas a separarse en la búsqueda de mejores condiciones de vida.

Egresado de la Universidad de Saint Louis, Missouri; en 2003 echó a andar la Firma Legal Hein Law con la que ha brindado su servicio a personas provenientes de diversos países de América Latina; pero también de Canadá, Rusia, España y Turquía.

Si bien atiende untos mercantiles, civiles y algunos derivados de lesiones; el tema migratorio es el que lo ha mantenido ocupado, especialmente en los últimos cuatros años, los cuales describe como caóticos.

Dado el reciente cambio en el Ejecutivo estadounidense, platicamos con él para conocer su perspectiva sobre lo que vendrá con esta nueva administración.

“Nosotros llevamos casos de migración de familias con el propósito de unirlas y mantenerlas así. Sean amantes, prometidas y prometidos, esposas o esposos, niños y padres. La idea es que puedan traer un familiar del exterior para vivir de manera permanente y legal en el país”, explica Hein.

EP. ¿Cómo ha sido su trabajo en los últimos años y cuál es la expectativa sobre cómo será en los venideros?

RH: Como podrás imaginar, desde hace cuatro años, desde el 21 de enero de 2017, cuando fue instalado el presidente Trump y hasta el día de ayer, ha sido un caos total.

Mi vida cotidiana es así: despierto, agarro el dispositivo y con un ojo -y un poco de espanto- veo qué clase de tweet salió durante la madrugada para voltear todo lo que habíamos hecho el día anterior.

Eso procede de una mente enferma, creo yo, que contagió a una gran parte del país y que metió sus tentáculos en la ley migratoria, en su aplicación más bien, porque nunca se cambió la ley, sino su aplicación de acuerdo con lo que determinó el titular del poder ejecutivo de los EE. UU., el presidente Trump, para inyectar un alto nivel de caos y una vuelta de lo que había sido durante décadas los procesos normales para solicitar requisitos.

Con Biden, la expectativa es que tengamos una vuelta a la normalidad, más o menos. Una de las cosas que espero es que deshaga lo que había hecho Trump respecto a las órdenes ejecutivas, empezando con el veto migratorio a personas con países de mayoría musulmana y terminando con la implementación de un nuevo proyecto de ley sobre migración para que pudiera desarrollarse una regularización de 11 a 12 millones de inmigrantes ilegales en el país, los beneficiarios del programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia). De modo que puedan aprovechar un camino hacia la residencia permanente en los Estados Unidos y eventualmente hacia la ciudadanía por naturalización, para que puedan participar completamente en la vida social y comunitaria del país.

Una cosa que hizo bien Trump la noche antes de que Biden asumiera la presidencia, a mi juicio, fue sobre los venezolanos. He visto números entre 96 mil y 200 mil personas de ese país que hoy se encuentran en Estados Unidos de manera irregular por la situación humanitaria, económica y política en su país. Así no tendrán que volver a esa clase de crisis y situación triste que el noble pueblo venezolano lleva tanto tiempo aguantando y que es la causa de la salida de casi 5 millones en los últimos años; una transferencia enorme, al nivel de Siria durante su guerra.

Reconozco lo que hizo, pero también es un punto de caos porque no se esperaba nada de eso. Los venezolanos habían descartado la promesa de Biden, especialmente aquellos que vivían en la Florida y que no querían un TPS (Estatus de protección temporal). Esto es un TPS, elaborado por el mismo presidente, pero con otro nombre. Brinda -más o menos- los mismos beneficios del TPS y del DACA con acceso a un carné de trabajo durante 18 meses y sin posibilidad de deportación en ese mismo periodo.

A lo largo de estos dos o tres meses que vienen, yo creo que van a tener que elaborar las reglas y las planillas para que los venezolanos puedan aprovechar el programa DED, que para mí es ridículo porque en inglés suena como “muerte”, como la presidencia de Trump; pero es lo que nos regaló mientras salía por la puerta trasera de la Casa Blanca.

EP: Comentaba que, como todo el mundo, despertaba todos los días pensando en el siguiente tweet y lo que pudiera causar en cuanto a las relaciones con otros países. ¿Considera que la nueva administración tendrá muchas dificultades para deshacer estas decisiones de los últimos cuatro años?

RH: Es un buen punto porque, de hecho, el expresidente Trump había intentado deshacer y desmantelar el programa DACA que entró en vigor en 2012 con la administración Obama, cuando Biden era vicepresidente, y llegó a la Corte Suprema en dos ocasiones en estos cuatro años. La última vez creo que fue en noviembre. La Corte Suprema de Justicia, que ahora constituye una tercera parte de jueces nombrados por Trump, rechazaron su intento de desmantelar el programa y ahora se encuentra en la misma condición.

En primer lugar, Biden tendría que firmar una orden ejecutiva para deshacer, por ejemplo, el veto migratorio, para deshacer la política de separación de los niños en la frontera. Pero si alguien capacitado y con facultad para implementar una demanda impugna una nueva orden ejecutiva, ese tema podría atrancarse en las cortes durante mucho tiempo. Así que dependería del fundamento legal de la nueva orden ejecutiva y de su eficacia legal. Yo tengo expectativas de que el nuevo presidente pueda deshacer muchas de esas órdenes y sobrevivir a la revisión judicial.

EP: ¿Cómo observa todas las demás partes del sistema de Estados Unidos, por un lado, y por otro a la ciudadanía respecto a estas decisiones ejecutivas? Parece que el gobierno de Trump dejó dividida la opinión en el sector social y gubernamental.

RH: Será un desafío bastante fuerte para Biden. De hecho, en su discurso de investidura, abrió los brazos e hizo un llamado a quienes favorecieron a Trump en la elección de 2020 para darle una oportunidad, para inspeccionar su corazón humano y dijo “tenemos que dejar esta guerra civil atrás”. Es una guerra civil en el sentido de que tanto derecha como izquierda han sido muy fuertes en sus denuncias en los últimos siete u ocho años.

Fue una chispa, la chispa de Ferguson -que es mi ciudad- en agosto de 2014. Ésa fue de las más importantes manifestaciones por justicia racial el Estados Unidos. Llevamos siete años experimentando marchas, manifestaciones y, lamentablemente, actos de violencia en varias ciudades por la actuación de la policía contra personas de raza negra.

Eso también ha sido un punto de inflexión en la vida social de EE. UU. porque es muy difícil convencer a uno que no ha sido afectado por una injusticia derivada del color de la piel de que realmente es un problema. Yo era uno de ellos, hasta lo que sucedió en Ferguson. Entonces fui, presencié y dije “algo realmente está mal en nuestra sociedad”. Es una resaca del nacimiento del país, de la esclavitud que estamos todavía intentando superar hoy.

El presidente llamó por nombre a los grupos de supremacía blanca para decirles que no vamos a aguantar esto más. Es una actitud contraria a la que tenía el presidente Trump, en la que llamaba a todos estos grupos de manera sutil para seguir con sus actuaciones fuera de la ley y que culminaron con ataques el 6 de enero al Capitolio en Washington DC, algo realmente impactante.

Aun así, al 20 por ciento de los republicanos no les pareció mal lo que hicieron las multitudes ese día. Una insurrección armada y violenta contra no sólo el edificio del Capitolio, sino en contra de un proceso que se llevaba a cabo en el momento del ataque como lo establece la enmienda número 12 de la Constitución que es el conteo de votos electorales; un atentado contra la democracia en sí porque iban intentando deshacer los resultados de una elección libre, justa y verificable, que fue certificada por los estados porque así funcionan las elecciones en EE. UU.; y contra personas físicas como sus representantes y su propio vicepresidente, Mike Pence.

Estaban todos los senadores y todos los representantes porque ésta fue una sesión conjunta, lo que ocurre rara vez. Se hace ahora, para el conteo de votos de la elección presidencial; se hace también una vez al año cuando invitan al presidente a dar el discurso sobre el estado de la Unión.

Pero esta sesión también era especial porque está concebida en la constitución y es presidida por el vicepresidente. Así que todo el alto mando (excepto el presidente) estaba presente; por lo que era un blanco seguro para estas multitudes porque su líder no estaba ahí.

Tienen que ser investigados y castigados no sólo los actores materiales, sino los intelectuales del ataque. Tienen que ser llevados a la justicia; si no, estamos aceptando la impunidad en EE. UU.

EP: ¿Cuáles considera que serán los principales retos que enfrentará el presidente Biden?

RH: Lograr un acuerdo político sobre la reforma migratoria va a ser un peso muy fuerte para la nueva administración; pero el reto número uno, aparte de la política, es el tema de salud pública porque la COVID-19 está fuera de control en nuestro país.

Para darte una idea, si tuviésemos las mismas tasas de muerte que tiene otro país desarrollado y de primer mundo como Alemania, tendríamos a casi 300 mil personas estadounidenses vivas hoy en día. Pero esto es resultado de la falta de liderazgo a nivel federal, a nivel estatal también con los gobernadores, más que nada republicanos. Aunque es cierto que California está encabezado demócratas y Nueva York también; pero los números están disparados por la falta de liderazgo que viene desde arriba, en la cumbre del gobierno. Hemos experimentado una falta completa de interés y liderazgo por parte del expresidente.

Así que Biden ahora tiene que implementar una manera de controlar esto, por su liderazgo, por su actitud y su forma de presentarse como ejemplo, creo que lo va a lograr.

Como él dice, usar la mascarilla es como símbolo de patriotismo estadounidense, estamos todos involucrados en esto y lo que yo haga afecta a los demás.  Eso es un gran problema en la sociedad estadounidense hoy, el narcisismo manifiesto en el “¿qué me importa lo que hace aquel?” o “¿qué le importa lo que hago yo?”. Esto tiene que llamarnos la atención, pues puede tener como consecuencia una acción en otra persona.

El segundo reto sería la distribución de las vacunas, que ha sido un desastre en las últimas seis semanas por esa falta de liderazgo, hay que hacerlo con eficacia y rapidez. La meta de Biden, según él mismo, es tener a 100 millones de estadounidenses vacunados en los primeros 100 días de su mandato. Esto es hasta finales de abril.

Según el doctor Fauci, encargado de la atención por COVID-19, es una meta alcanzable si se implementa una distribución de manera rápida y eficaz.

También es un reto la división social. Está intentando coser la sociedad más dividida que hemos experimentado, tal vez, en 155 años desde que se terminó la guerra civil en 1865.

Otros retos hay y son variados, pero son los más importantes.

EP: ¿Y qué hay de la relación con México?

RH: En cuanto a la relación entre AMLO y Biden no tengo duda de van a llevarse bien. México y EE. UU. tenemos una historia común, una historia compartida. Hemos tenido problemas, como buenos vecinos; pero la cercanía no va a acabarse, la cooperación en cuanto a seguridad, en técnicas antinarcóticos, el compartir inteligencia, todas esas formas de cooperación mexicana y estadounidense van a seguir sin interrupción.

Nuestro vecino del sur ha sido un buen vecino y ha contribuido mucho a la sociedad estadounidense con mano de obra, con cultura, con recursos y creo que es una relación muy estrecha. Yo creo que los lazos de amistad y comerciales no pueden menos que fortalecerse con la administración de Biden.

EP: Con respecto al trabajo que realiza como abogado, ¿cuáles son sus expectativas?

RH: Creo que vamos a poder unir a más familias. Eso es lo más importante que podemos esperar esta administración con nuevas formas de conducta por parte de los oficiales de inmigración en las puertas de entrada en la frontera. Una política de desarrollo más humana, más sensitiva hacia los intereses y necesidades de los migrantes en Estados Unidos.

Cabe destacar que todos en EE. UU. venimos de otra parte, a menos que seamos americanos nativos; pero la gran parte de la población es inmigrante. Por eso me agrada tanto el trabajo que hago porque yo sé que mis antepasados llegaron aquí sin nada, sin educación, buscaron y desarrollaron el sueño americano, y éste debe extenderse a todos los merecidos.

Bajo la administración de Biden, yo creo que aumentará la visión hacia una sociedad más plena, amplia y diversa; incluida la gente de otros países. Será un cambio de 180 grados respecto a lo que hemos visto en los últimos cuatro años. Para mí es una visión muy inda que nos merecemos también los estadounidenses porque gozamos de la diversidad, nos ayuda y nos hace mejores como seres humanos y ciudadanos.

Tal como lo comentó Richard Hein, el presidente Biden firmó 17 órdenes ejecutivas tras la toma de protesta; con la intención de echar atrás decisiones tomadas por la administración anterior. En materia migratoria, destacan aquélla para deshacer el veto a inmigrantes de países con mayoría musulmana, para preservar y fortalecer el programa DACA, para poner un alto a la separación de familias en la frontera y a la construcción del muro fronterizo.


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