En las
escuelas nos han enseñado que la democracia es el poder del pueblo para el
pueblo, derivado de su raíz etimológica que permite descomponer la palabra en
dos partes derivadas del griego: demos, pueblo, y cratos,
poder.
Noé Rodríguez
Roldán, dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien lo
resume como la “decisión del pueblo”.
Este sistema
político en nuestros días es muy diferente de lo que vivieron sus precursores,
los griegos. Ahora es complicado hablar de una participación directa de la
ciudadanía dada la gran cantidad de personas y demandas que coexisten en un
país como México.
Además, la
democracia no sólo tiene que ver con acudir cada tres o seis años a depositar
nuestro voto en las urnas para determinar quién nos gobernará y quiénes
será nuestros representantes en el Legislativo; sino que pretende involucrarnos
-directa o indirectamente- en la toma de decisiones, a través de distintos
mecanismos previstos en la ley.
Con esto
coincide el magistrado José Lumbreras García, presidente del Tribunal
Electoral de Tlaxcala (TET), quien la define como un “sistema político en el cual la ciudadanía
(hombres y mujeres) participa diversamente en los asuntos públicos y de
gobierno, y elige a sus representantes y gobernantes al ejercer sus
derechos y libertades políticos, iguales y universales, salvaguardados sobre la
base de valores y principios institucionalizados”.
Cabe
rescatar la definición que hace la Constitución Federal sobre democracia
al referirse a los criterios que orientan la educación en México: “no solamente
una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida
fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del
pueblo” (art. 3).
Así
lo reconoce la presidenta del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE), consejera
Elizabeth Piedras Martínez, quien precisa que “las personas, al adquirir
la calidad de ciudadanos, eligen de manera libre a sus gobernantes a través
de un conjunto de reglas y procedimientos para que estos los representen y
tomen decisiones políticas en beneficio de la sociedad” y señala que todo
régimen democrático “debe garantizar los derechos humanos y la igualdad de
oportunidades de todas las personas”.
Este
régimen, fundado en procedimientos, contenidos y resultados electorales -como
lo refiere la dirigente de Nueva Alianza Tlaxcala, Sandra Corona Padilla-
“es más que elecciones, implica derechos y libertades que deben ser garantizados
por el Estado”.
En
este sentido, finalizamos con lo que en 1984 escribió el politólogo italiano
Norberto Bobbio, sobre que una democracia no puede alejarse de elementos
mínimos como la visibilidad o transparencia del poder, derechos humanos que
consagran libertades como de expresión y asociación, así como el derecho a la
información; reglas y procedimientos que definen quién está autorizado para
decidir y cómo puede hacerlo.
Tú ¿qué entiendes por democracia? Escríbenos, queremos saber tu opinión: expediente.politico.mx@gmail.com
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