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martes, 12 de mayo de 2020

Maternidad en medio de la contingencia





Por Zurya Escamilla (Mayo 2020)

La contingencia generada por el Covid- 19 ha significado un rotundo cambio en la rutina de millones de personas alrededor del mundo y mientras el trabajo en calles u oficinas ha disminuido considerablemente, es en los hogares donde no sólo se mantiene, sino que incluso incrementó.
De esta manera, millones de madres en México han tenido que adaptar su rutina para realizar simultáneamente trabajos fuera y dentro de casa, a lo que  ahora se suman las actividades escolares a distancia desde se decretó la suspensión de clases presenciales después de la primera quincena de marzo.
Según la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, en promedio una mujer en el país tendrá dos hijos a lo largo de su vida reproductiva. La mayor parte de los hijos en México tienen madres con edades que van de los 20 a los 29 años.
Por ello, en esta ocasión Expediente Político.Mx ha decidido mostrar tres casos de madres y cómo han sobrellevado el confinamiento entre tareas escolares, la tensión emocional propia y de sus hijos, actividades laborales y rutinas domésticas.

Entre tareas y contención emocional 
Para Sharon y sus dos hijas el cambio de rutina ha sido radical. Acostumbradas a pasar tiempo fuera de casa para comer, hacer actividades al aire libre, ir al cine, a la escuela o al trabajo, estos casi 50 días de cuarentena han transcurrido entre un montón de tarea para Frida (segundo grado de primaria) y la búsqueda de nuevas actividades para desestresarse.
Por el momento, el trabajo de Sharon se encuentra suspendido porque la escuela donde imparte clases culminó un cuatrimestre y será a mediados de mayo cuando las retome. “Cuando inicien las clases, creo que sí voy a enloquecer un poco”, dice entre risas nerviosas.
Diariamente, su jornada empieza con los desayunos, actividades de la escuela, tomar un baño, preparar la comida, de nuevo tareas y tratar de terminarlas lo antes posible para poder dejar volar su
imaginación con juegos y pasatiempos.
A su juicio, el programa “Tu escuela en casa” no cumple con las necesidades de Frida porque en su escuela van muy adelantados respecto a lo que presenta la Secretaría de Educación Pública (SEP). “Si en ese nivel está la educación pública, está muy cañón. Ella ya sabía muchos temas, por ejemplo: entrevistaron a una niña cuya su meta era aprender la tabla del dos y mi hija ya sabe hasta la del 12”.
Ante esta situación, la primaria determinó enviar un plan de tarea que ha resultado en un gran estrés para la niña, quien además ha tenido que lidiar con la pérdida de su perrito, con el no poder ir a sus clases de gimnasia, incluso antes de que se declarara la Fase 1 de la contingencia, debido a una enfermedad.
“Suelo ser bastante exigente a la hora de hacer tarea. Por ejemplo, el borrar bien para escribir. Si no lo hace, le decía que lo hiciera de nuevo e incluso le arrancaba la hoja. Eso ya ha decaído porque ya no le puedo presionar, está muy estresada. De hecho, yo hago algunas tareas. Le ayudo con mi buena
mano zurda porque le dejaban copiar textos muy largos y ella va en segundo, escribe muy lento y a veces terminábamos hasta las 5 pm, aun si yo le ayudaba.
A veces le dejan manualidades y eso es una inconsistencia porque de dónde diablos vamos a sacar el material si se supone que no podemos salir. Aquí las papelerías no están tan surtidas y debo ir al centro. Con ellas es muy complicado. 
Las tareas me absorben muchísimo más que antes porque tenemos que ver los videos en casa, les dictan las preguntas muy rápido. Se van de un extremo a otro: o bien son muy bobos o básicos o bien les exigen mucho. El otro día les pusieron una entrevista que incluso a mí me aburrió, pero tuvo que verla porque les hacen preguntas”.
Y eso, sólo respecto a su hija mayor. “Por eso quise hablar con la maestra porque ya está súper estresada, le dices tarea y llora. Bárbara (preescolar), como la tarea de su hermana era mucha, estaba como la pobre muñeca fea en los rincones, pues yo estaba con la tarea de Frida, haciendo la comida y Barbarita por allá, ya que su tarea la termina como en 10 minutos cuando no son cosas muy elaboradas”
Aún con todo, lo más complicado para Sharon es contener emocionalmente a Frida por el duelo que vive ante la pérdida de su mascota y porque no tiene la oportunidad de canalizar su energía como comúnmente lo hace. “Bárbara lo ha asimilado mejor, a ella le tenemos que rogar para ir a la tienda, ella está muy feliz estando en su casa encerrada.
Hizo un dibujo de una carita feliz con muchos globos, me pareció interesante, pues sabe que está encerrada, pero su encierro es feliz”.
Continúa: “No soy una mamá que regañe o pegue, trato de no desesperar, pero es lidiar con el estrés cotidiano de hacer la rutina de la casa, hacer la comida, de que ellas no se estresen, hacer la tarea y entregarla bien porque es parte de la educación, de que estén bien. De que Frida trate de expresar su
duelo, había un dibujo que no me había mostrado, yo lo encontré y supe que estaba mal; me preocupó que no me decía lo que está sintiendo, no está bien que se esté aguantando, algo está percibiendo que no me dice ‘estoy triste, quiero llorar’. Esa parte es la que más me ha costado”.
En medio de ello, trata de que cumpla con sus responsabilidades porque “son hábitos y herramientas para ser adulta, no puede botar todo por conflictos. Es parte de hacerla resiliente. Lo que más me ha gastado es eso. Ellas normalmente no se pelean, pero ahora cada 5 minutos lo hacían. De plano sí tuve que decirles: ‘tú no le hablas a tu hermana y tú tampoco.’ Y ellas así de ‘¿qué?, pero ¿por qué no le voy a hablar a mi hermana? Mamá le quiero hablar’”.
A pesar de ello, ella reconoce que ha podido aprender mucho en distintos ámbitos: llevar una alimentación y una rutina más saludable, además de ser realmente consciente de ella, puesto que las actividades cotidianas no se lo permiten normalmente.
“Soy muy barco. Hay veces no me gusta mandarlas a la escuela porque disfruto mucho estar con ellas en casa. Yo sí digo ‘hace frío, no vayas.’ Si no tengo que ir a dar clases, la verdad sí las dejo. Las primeras semanas sí las consentía mucho, dejaba que no hicieran muchas cosas; pero después me cayó el veinte, se supone que estamos en una trinchera crítica del sistema y sus métodos. El hecho de que nos levantáramos tan tarde; pidiéramos pizza, sushi, u otras cosas; que se bañaran muy tarde... Para mí fue como decir ‘creo que esto es un triunfo del maldito sistema, el demostrar que no nos podemos regular’.
Como decir: ‘la verdad es que sí necesito cierta explotación para que mi vida funcione adecuadamente’. Entonces dije: ‘no, tengo que hacerlo bien’.
Eso fue mi punto de reflexión y he podido agradecer eso. También darme cuenta que estaba racionalizando todo, incluso compré un libro de literatura y ya no de teoría. En cuanto a ellas, siempre he tenido una comunicación padre, todo esto es un recreo muy grande; pero también me ha permitido observarlas bajo el estrés”.
Ante la pregunta de cómo se siente, hace una larga pausa, suspira y dice “cansada; aunque no estoy dando clases, pero el trabajo es más. Ser la que contiene lo mío, lo de mis hijas, todo, sí me agota bastante. Me siento cansada, más que encerrada u otra cosa... cansada”.

En el primer frenteSandy trabaja en el sector salud, es mamá de un niño de 12 años a quien ha debido explicar que, por el momento, no puede mostrarle su afecto en abrazos y besos; pero eso no impide que se involucre en las actividades de la escuela y en sus actividades diarias.
Al inicio de la contingencia recibió una capacitación para atender pacientes con Covid-19; pero como asistente médico, no pensó que realmente le tocará estar en primera línea para hacer frente a esta epidemia en Tlaxcala.
Sin embargo, “nos informaron que ya iban a empezar a llegar pacientes y que todo el personal tendría que sumarse. Teníamos muchísimo miedo. Somos mujeres con hijos, esposo, familia, abuelos. Creíamos que la capacitación era para protegernos a nosotras, pero después supimos que debíamos apoyar al personal médico. Eso está estipulado en nuestro contacto colectivo, no hacemos más de nuestras labores, pero estando en esta situación sí tenemos que apoyar, estar adentro. Por humanidad,
nosotros le entramos al ruedo sin importar el riesgo y estamos al pie del cañón”.
Por un momento, ella y sus compañeras pensaron que no debían estar en la atención directa a pacientes, algo que no gustó a sus jefes y aunque cuentan con el respaldo de su sindicato, decidieron
continuar. 
“Conforme pasaron los días, hubo oficios y documentos donde se indicó quién puede pasar y quién no. Decía que sólo entraban médicos o enfermeras y. entre paréntesis, capacitados. Como nosotros fuimos capacitadas, estuvimos obligadas a entrar a hacer el trabajo, pero cuando nos dieron el material, el temor disminuyó”.
Por la edad de su hijo, ella no tuvo posibilidad de retirarse a su casa; pues este derecho se reservó para personal mayor de 60 años, con hijos menores de 12 años, para quienes padecen alguna enfermedad, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
Por ello, su rutina ha tenido que cambiar desde el cuidado e higiene personal. Sabe que debe cambiarse la ropa de trabajo dentro del hospital, dejarla ahí o transportarla en una bolsa plástica para ya no usarla más y tener sumo cuidado al manipular las prendas.
Respecto a su hijo, comenta: “hay un distanciamiento. Cuando llego a casa no puedo abrazar a mi hijo no puedo besarlo, debo tener una higiene estricta para posteriormente acércame a él. He tenido que explicarle: ‘sabes, en estos días yo no te puedo abrazar y no te puedo besar porque estoy consciente de que hay una posibilidad de que te pueda contagiar’. El miedo es latente”. 
Aun así, Sandy lo orienta en sus tareas. Ha percibido que las clases a través de la televisión son más pesadas, pregunta tras pregunta. “Yo he notado gran diferencia, trabaja más en casa que en la escuela.”
Le pregunto cómo se siente. Ella toma aire: “pues, con un poco de estrés. Lo más preocupante de todo esto es que la gente no toma las medidas precautorias y que nuestro hospital se pueda saturar y que no contemos con el equipo y el abasto suficiente”, concluye.

Aprender a convivir
El confinamiento ha resultado una oportunidad para que Rosselli conviva más con su esposo y su hija, conozca aquello que la rutina a menudo no le permite ver; aunque esto representa un mayor reto a la hora de continuar con sus clases en línea del posgrado.
“Es abrumador, es cansado, de mucha paciencia porque combinas todas las dinámicas y cumplo con todos los aspectos: tener todo limpio, tener la comida a tiempo, cuidar a mi hija, realizar mis actividades de la escuela, estudiar y con todo lo que tengo que cumplir. Eso es abrumador y cansado”,
explica. 
Anteriormente, cada uno tenía horarios fijos: su esposo iba a trabajar, su hija a educación inicial y ella a sus clases de maestría. “Esos lapsos me ayudaban a mí a respirar un poco. Cada quien hace sus actividades y yo tenía más espacio para hacer. Ahora está mi esposo y mi hija, hay que atender todo”.
Con dos años, su hija está en la etapa de los descubrimientos. Esto implica que mientras Rosselli toma clases en línea, ella se acerque a preguntarle cosas. “Yo trato de entretenerla con algo para que
me permita. Pero es muy demandante ser mamá”. 
A pesar de eso, agradece el poder convivir más con su familia, pues le hace feliz. “Me llena, me fortalece emocionalmente saber que tengo una familia y que es muy bonito lo que estoy construyendo. Es muy padre la convivencia, antes estábamos un poco distantes porque cada quien tenía sus actividades. El hecho de estar aquí es cansado, pero también es muy bonito”.
La parte más difícil ha sido el no salir y tener una distracción de sus actividades en casa. No obstante, reconoce que ha aprendido a tener más paciencia con su hija, a convivir más. “Antes no sabía el porqué de muchas cosas. Por ejemplo, no le gustan las verduras y ahora puedo observar el porqué. Me está ayudando a comprender la importancia de estas relaciones. A lo mejor le va a dar mayor seguridad a mi hija y mayor estabilidad a mi matrimonio. También tengo más tiempo para leer y conocer más respecto a la maestría. Estoy aprendiendo muchas cosas”.

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