Karen Sharon Martínez Velázquez (Tlaxcala, 30 de julio de 2019) Desde el 20 de enero de 2017, con el ¿sorpresivo? ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos como sucesor de Obama, el discurso mediático que lo presentaba como una verdadera amenaza no sólo para su país, sino también para México y los mexicanos que radican en ese territorio. Nos hizo percibir en un primer momento que no estábamos tan mal. Vamos, podría ser peor, pero al mismo tiempo se sentía esa amenaza latente.
Se le criticó con fuerza, el ahora presidente era misógino, racista, clasista, xenófobo entre otras medallitas que le valieron para llegar a la presidencia. Fuimos observadores de grandes manifestaciones en su contra. El perfil Trump estaba dibujado: Una amenaza gobernando.
Han pasado dos años y medio desde entonces. México en su escena política por fortuna logró un respiro, no un cambio, no una transformación (no todavía, aunque se vislumbra el inicio de algo distinto), no un mesías, no un gobierno progresista (no te puedes decir progresista cuando hay tantas deudas con las mujeres en el ámbito jurídico-político y social aunadas a deudas inmensas en lo ambiental). México tenía un panorama esperanzador, se pensaba que de servilismo hacia Estados Unidos estábamos salvados, los programas sociales del gobierno federal se veían como una fuerte herramienta que guiaría al cambio social prometido; mismos que hoy han incidido (aunque con un seguimiento mínimo que ha provocado vicios en algunos) de manera positiva en sus beneficiarios.
Pero la transición de gobierno no sólo trajo consigo nuevos discursos en la esfera federal y en algunas prácticas rituales dignas de la burocracia, también conocimos por primera vez a los partidos de derecha en un rol que no conocíamos; ése que los convierte en ¿oposición? ¿serán eso? En lo que sea que sea eso que quieren emular, que consiste en la práctica de la contra a la lógica Obradorista.
Así, sin más la contra, sin reflexión, sin argumento, sin nada en eso consiste ¿la oposición? Entonces si Obrador dice: becas a los jóvenes que no estudian ni trabajan, la ¿oposición? Dice ¿por qué? ¿para qué mantener huevones? (discurso del Bronco) pero olvidan las condiciones estructurales que favorecen y crean el desempleo o el trabajo precario en este sector poblacional… ¿dijo huevones? ¿el Bronco? ¡Claro!. Si Obrador dice Guardia Nacional ,Calderón -¡Sí! Leyó bien Calderón el mismo que militarizo las calles en su sexenio- dice: ¡No! Jaja así de absurdos son. Están en campaña política para recuperar espacios y la táctica es la contra irreflexiva.
¿Qué significa eso? y ¿qué es lo que debemos cuestionar o lamentar? Que como la táctica es la contra, no se reflexionan los beneficios o perjuicios de fondo, sólo hacen, no importando la ideología que dejan a su paso. Ellos pueden ganar espacios en el ámbito político, pero a partir de instaurar una ideología decadente en las y los habitantes que sólo sirven como carne de cañón para lograr sus fines.
Entonces, Obrador dice; apoyemos a las y los migrantes y la oposición dice ¿qué? ¿y los millones de pobres que hay en tu país? Un momento… ¿a caso no ese sector de la población es consecuencia directa de sus propias prácticas políticas?
¡En fin! Así el panorama general. Pero notemos algo, todo es consecuencia de una lógica del sistema económico mundial. Obrador insiste en que el neoliberalismo se acabó en México, que ya pasó ¿Si? ¿De veras? Las ideas de competencia entre sectores de la población ¿no serán prácticas neoliberales? La práctica política mexicana ¿no responde a una lógica neoliberal?
Para verlo de mejor manera reflexionemos: Nos presentan a Trump como anomalía de un sistema y olvidamos que no es más que la personificación de éste, y pensemos en los minitrumpcitos locales. Por ejemplo, el gobierno Apizaquense y su malla de la vergüenza antinmigrantes, que según el presidente y cierto regidor son a petición de las y los vecinos (quienes, por cierto, resultan haber estado muy de cerca en la administración anterior) ¿Cuál es la lógica? ¿no se les hace familiar? ¡huele a Trump! A lógicas de competencia, a neoliberalismo.
Lo más triste de esto es que hay personas que desde la desinformación continúan este tipo de campañas de la contra y se las creen. No cuestionan. Alegan inseguridad y en todo el estado sólo hay una denuncia a un migrante, no más. Pero secundamos ideas irreflexivas, las nutrimos y las repetimos.
Elocuentes y oportunas resultan las palabras de Sor Juana Inés de la Cruz que, con un ligero cambio, parecen esbozar una descripción fiel del momento que vivimos: Hombres necios que acusáis a Donald Trump sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
Cada vez más individuales, cada vez menos empáticos nos conducimos por la vida, alimentando al sistema y dando validez al discurso hegemónico, lo legitimamos, lo reproducimos y lo vivimos. Algunos hasta se sienten orgullosos de pensar así y ya hasta piensan que Trump no era tan malo.
El problema está creciendo en casa, el enemigo es aquel servidor público que ha olvidado su raíz, su identidad y ve en el extranjero el modelo a seguir para conseguir sus propios fines. Los que con el silencio o con la reproducción lo alimentamos favoreciendo así que el próximo gobierno sea del tipo Trump o Bolsonaro en Brasil. ¿Qué podemos hacer ante esto? ¿el panorama es tan negro como parece? Tampoco lo creo del todo perdido, veo en la calle a gente preocupada y camaradas construyendo en colectivo ¿cómo sumar?
Alimentemos pues, nuestra independencia de pensamiento, creemos nuestras alternativas desde nuestras realidades que como decía El Che: Sí, la lucha es larga. El río está llamando. Y nos dice adelante, ¡Adelante! Pero nadie va adelante con las armas ideológicas de aquel que constriñe y limita la realidad.

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