En el marco del Día del Sacerdote, Julio César Salcedo Aquino convocó a los presbíteros del estado a transformar y santificar con alegría
Zurya Escamilla Díaz | Tlaxcala | 17 de abril de 2025
El obispo Julio César Salcedo Aquino llamó a la feligresía a sumarse a la conmemoración de los 500 años de la fundación de la Diócesis de Tlaxcala, la primera en América Latina, al fortalecer la identidad de discípulos misioneros con generosidad, valentía, audacia y creatividad; también pidió a los sacerdotes de la entidad vivir con alegría su sacerdocio
"En fidelidad a la acción del Espíritu Santo; recordando con gratitud el pasado, viviendo con pasión el presente y abriéndonos con confianza al futuro, convoco al pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Tlaxcala a celebrar los 500 años de la Diócesis Carolense Tlaxcala, primera de México y el martirio de los primeros santos de América en 1527 y 1529, a partir de este 2025 hasta el 2029".
Este Jueves Santo, en el marco del Día del Sacerdote, los presbíteros de todo el estado se reunieron en la Catedral para renovar sus votos y para recibir el Santo Crisma, los Santos Óleos y los Óleos Catecúmenos que se utilizan en distintos rituales de la Iglesia Católica a lo largo del año.
"Por designio providente de Nuestro Padre Dios, Tlaxcala recibió la tarea de ser erigida como la primera Diócesis de México en 1525; siendo su primer obispo Fray Julián Garcés", indicó Salcedo Aquino; quien recordó que originalmente el Papa León I estaba destinada a instalarse en Yucatán, pero al no existir las condiciones adecuadas para su asentamiento, Carlos V solicitó el Papa Clemente VII trasladarla a Tenochtitlán u otro lugar.
"La corona española eligió a Tlaxcala como sede episcopal y Carlos V, con la real cédula del 1 de septiembre de 1526 delitimó su territorio que incluía lo que actualmente son los estados de Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Tabasco, Yucatán y parte del estado de Chiapas", detalló el obispo.
Agregó que en esta Diócesis ocurrieron en los años siguientes el bautizo de los cuatro señoríos de Tlaxcala; la llegada de misioneros franciscanos que iniciaron el proceso de evangelización; el martirio de los Santos Niños Mártires Cristóbal, Antonio y Juan; las apariciones de la Virgen de Ocotlán y de San Miguel Arcángel; y más tarde la vocación que se extendió junto a las 400 familias que junto a los misioneros españoles poblaron el norte de México, así como algunos países del centro del continente.
"Nos dispondremos a agradecer a Dios en todo y la tarea de ser cuna de la Evangelización y de la Inculturación; tomar conciencia y vivir nuestra vocación profética, sinodal y misionera al servicio de la fe y de la cultura dle pueblo Mexicano; visualizar y responder con esperanza a los desafíos que nos retan para construir el reino de paz y de justicia acogiendo el acontecimiento guadalupano 2031 y los dos mil años de la Redención, 2033", expresó.
En su mensaje a los sacerdote, Julio César Salcedo Aquino recordó que están unidos a través de la fraternidad sacerdotal que indica que nunca estarán solos, por lo que advirtió que el aislamiento lo puede llevar a tensiones y nerviosismos; de modo que les convocó a refrendar esa fraternida desde el presbiterio.
Aismismo, indicó que el signo de imposición de manos cuando son ungidos con el sacerdocio ahora está llamado a transformar y santificar, a replicar el ejemplo de Jesucristo para tocar a la humanidad moralmente cansada, a comunicar la fuerza de Dios, a trabajar con la alegría del Evangelio, y a preparar las ofrendas.
"Nuestra mirada y corazón ha recordado algunos signos de nuestra ordenación, llenos de sentido y significado para la misión que se nos ha encomendado; recibimos el don del Espíritu Santo por la imposición de manos del obispo, fuimos ungidos con el Santo Crisma para transformar y santificar, somos parte de un pueblo al que servimos y le ungimos con el óleo de la alegría; haciendo de nuestra vida -como Jesús- una ofrenda eucarística".
Agradeció a los presbísteros por su labor que realizan, por el perdón y consuelo que dan en nombre de Dios; por continuar su ministerior a pesar de la incomprensión y poco reconocimiento, por el amor a la Diócesis de Tlaxcala.
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